EN VIVO es:
ARQUITECTURA / PERUANA / CONTEMPORÁNEA
Cada dos semanas un arquitecto peruano seleccionado por la relevancia de su obra para el presente y la historia reciente de la arquitectura nacional presenta personalmente su obra en el marco del ciclo de conferencias titulado:
ac – arquitectura.paisajismo.urbanismo contemporáneos
Usando estas conferencias como base, el curso abre un espacio para la reflexión y discusión de la arquitectura, afinando nuestro conocimiento, entendimiento y posicionamiento profesional y personal frente a la arquitectura presentada en el contexto peruano y global.
Escrito por: Marcelo Candia
El camino de Ruth Alvarado. Desde un inicio la conferencia plantea al espectador un camino claro, la búsqueda de la arquitecta por encontrar una arquitectura que responda a su realidad, al país en el que ella creció, y una realidad marcada por el enfrentamiento entre el muro y el vacío, la grandeza monumental de la montaña y el horizonte infinito del mar.
¿Cómo posicionarse frente a esta realidad? ¿Cómo posicionarse frente a los retos de un país tan diverso? La arquitecta comprende que nosotros como actores temporales en el mundo debemos abordar la labor arquitectónica no ensimismados en nuestros caprichos individuales, sino observando que somos parte de algo más grande, el paisaje y el entorno.
Inmediatamente viene a mi mente las conferencias previas, tanto de Takahashi como de Susel Biondi, ambos arquitectos también buscan mediante sus caminos responder a algo más que el concepto, buscan entender una realidad y operar con relación a lo que consideran adecuado. A esto, Susel lo llama ética y sostenibilidad, Ruth no lo define, pero entiende la necesidad de esto en la arquitectura.
Para asumir este reto, podemos tomar como herramientas nuestros aprendizajes y nuestra memoria. La arquitecta describe entonces la influencia de lo prehispánico dentro de sus aprendizajes, comprender y aprender de la capacidad de generar arquitectura en sintonía con el paisaje, de la adoración a elementos de la naturaleza que le genera un respeto inherente a su cultura. La tierra es lo sagrado, y por esto se debe intervenir sobre ella de la manera más cuidadosa y respetuosa posible, abstrayendo la forma y cualquier señal de imposición sobre el terreno para enfocarse en los aspectos más esenciales.
Dentro de la memoria uno comprende las situaciones más intuitivas que surgen de nosotros, a raíz de lo que hemos vivido y lo que nos ha impactado a lo largo de los años. La memoria es fundamental, tanto mientras es individual como colectiva, ¿Quiénes somos como sociedad? ¿Quiénes somos los peruanos? ¿De dónde venimos? ¿Cuáles han sido nuestros errores? ¿Cómo aprender de estos y construir un camino mejor?
Casa en playa la Quipa
La casa surge a partir de la conexión del lugar de emplazamiento con dos hitos naturales como son el Cerro Cortado y Cerro Paloma, ambos forman parte de un paisaje de acantilados y presencias geográficas muy fuertes que son los que toman el protagonismo de la obra en Chilca.
Dentro de este contexto, Ruth Alvarado plantea la Casa en la Playa la Quipa, como punto bisagra entre el balneario y el paisaje. El espacio arquitectónico que debe conectar la vida urbana, de recreación y actividad humana en la caleta de la Quipa, con el entorno de acantilados, mar y cerros de un valor tremendo, siendo este un lugar históricamente ocupado por pobladores del Antiguo Perú, que dejaron restos prehispánicos en lugares como el Cerro Paloma.
La casa entonces se emplaza sobre el acantilando, buscando dialogar con las rocas, con el material y la dureza de su contexto. Busca encontrar las visuales más importantes, para esto plantea una terraza con libertad visual de 180 grados alrededor, para conectar con Cerro Cortado, el horizonte y la vida del balneario.
Los espacios interiores, además, buscan expresar la sensación de excavación, de espacio monolítico y tallado. Una escultura desnuda que permita el ingreso de luz y recorridos de manera misteriosa y abierta. De esta manera el edificio se ciñe como un ambiente casi arqueológico que uno descubre a través de su recorrido, tiene espacios diferentes que se comunican de diferentes maneras con el exterior y que enmarcan vistas o diferentes formas de apreciar el paisaje.
De esta forma, claramente se aprecian las lecciones aprendidas desde lo prehispánico, encontrando la manera de emplazarse de manera natural sobre el territorio con una coherencia en el trabajo en topografía.
Club de Playa la Honda
Ruth en colaboración con la arquitecta Watmough, se encargan de este proyecto para la comunidad de la playa la Honda, y la necesidad de darle una respuesta acorde al paisaje. Para esto concluyen en la necesidad de ordenar y camuflar el edificio, a su vez generando espacio útil en la playa. No buscan quitarle nada al paisaje sino reforzarlo y que el trazado del proyecto evidencie aún más lo ya presente en la naturalidad de su entorno.
El espacio se trata de una caleta cerrada y circular, donde se requiere una intervención que acentúe su forma particular. Bajo este concepto se realizan andenes de piedra que redibujan lo existente, van armando plataformas a diferentes alturas y rematan la forma natural de la playa. Bajo estos andenes se posicionan espacios funcionales para los pescadores y las personas que tienen botes o útiles de pesca. Sobre los andenes se encuentra la parte de descanso y recreativa del club, que visualmente se topa con la piedra del acantilado, pero ofrece una continuidad mediante el uso de la materialidad. Destaca en el trabajo de Ruth, el poco miedo a utilizar más de uno o dos materiales. Hace uso con destreza de elementos de concreto, piedra o madera con delicadeza y consideración por su diálogo con el contexto.
Playa la honda Edificio
A través del edificio en Playa la Honda, Ruth Alvarado demuestra su interés en trasladar elementos de la cosmovisión andina a los conceptos de sus obras, para ella en la arquitectura, la línea de horizonte divide el mundo de lo de arriba con lo de abajo, haciendo referencia a lo que en Quechua se conoce como Hanan y Hurin.
A través de estos conceptos, plantea un proyecto que parte desde una cota 0 y crece hacia arriba y hacia abajo, cambiando su lenguaje dependiendo del diálogo con la tierra y con el cielo. Todo lo que va excavado está enchapado en la misma piedra que se retiró, mientras que lo que va por encima es pintado de blanco, simbolizando lo nuevo. Este edificio comunica dos frentes claramente, el de la calle en la zona posterior, y el frente que da hacia el malecón, mirando al mar y al horizonte, priorizando sus visuales. A través de estos polos, la topografía y el recorrido va en descenso, descubriendo capas del suelo y dialogando con la escala de los edificios vecinos.
Para esto resulta fundamental considerar el acuerdo con los vecinos para poder generar una geometría escalonada que no les afecte y les permita conservar vanos hacia el lote, mientras que, a su vez, el usuario descubre el paisaje y los espacios previos que ahí se encontraban. De esta forma el edificio resulta siendo un acuerdo de convivencia en armonía entre la familia y con los vecinos.
Luego de esta obra, el emplazamiento cambia hacia uno más urbano y con menos paisaje en estado natural, sino un paisaje colonizado por el hombre y su vida en ciudad. Para esto se requiere comprender el paisaje de una manera particular, siempre buscando generar un aporte a lo urbano y a las personas que transitan el espacio con cotidianidad.
Casa el Olivar
El espacio donde se emplaza el proyecto es un bosque de Olivos, que tiene una historia y lleva ya mucho tiempo formando parte del paisaje del lugar, que ahora es un parque. La casa requiere, entonces, de 2 frentes o realidades, una muy privada que da a la calle y otra que se abre hacia el parque. Dentro de esta casa, se busca un equilibrio entre el paisaje natural y lo construido, por lo tanto, busca articular los dos frentes, el parque con el tejido urbano. Hacia la calle tiene una vocación vertical, monolítico y silencioso, representando un hito en su espacio, generando celosías y formas sobrias. En el otro extremo se aprecia una conexión y apertura de un lado de la casa hacia el bosque. Para esto la madera, la piedra y el color del metal se complementen con el color del paisaje, permitiendo el ingreso de este al entorno doméstico y comunicando con otros espacios como el jardín y la piscina, rompiendo las barreras entre el parque y el hogar.
Casa Roja
Se trata de un espacio que busca replantear la experiencia de la casa tradicional con el jardín trasero. Pone en primer plano el espacio libre y recreativo del jardín, y a través de la llegada del vehículo, descubre al fondo, la fachada principal de la casa, generando una lectura del lote a diferentes niveles y con una intención de aprovechar la topografía para causar diversas sensaciones en el habitante. Existe una lectura más opaca y monolítica hacia un lado y hacia el jardín existe un lenguaje abierto y permeable.
Resulta importante apreciar como a través de su obra más urbana, Ruth continúa aplicando conceptos de uso de la topografía, de comunicar la obra hacia abajo y hacia arriba de la cota 0 aprovechando el uso del paisaje a su favor y dándole cualidad arquitectónica. Este manejo de la escala y las transiciones entre niveles, permite al usuario del espacio sentirse en naturalidad, en encontrar un paisaje atractivo que acompañe su vida diaria y desconectarlo de lo previsible y monótono los espacios artificiales convencionales.
Jardín Senderos que se bifurcan
Se trata de un proyecto donde se plantea el diseño de un jardín en medio dos ejes viales, donde será completamente apreciable desde fuera, y más difícilmente desde adentro. Lo que uno encontraría lógico en este caso podría ser la incorporación de un hito urbano o algún espacio que resalte y sea apreciable desde el auto, pero lo que consiguen los arquitectos es implantarse de manera suave en el contexto, sin perder el espacio verde y generar grietas que permitan tener un espacio muy agradable, que resalte, pero a la vez que no destruya ni rompa con el espacio verde y sostenible previo. Un ejercicio de un movimiento delicado y de acupuntura sobre el terreno.
Edificio JAUS Barranco
El edificio se emplaza sobre un lote radial, es un proyecto multifamiliar donde se busca aprovecharla mayor cantidad de espacio en el lote sin dejar espacios residuales. Además, se busca incorporar la identidad urbana de barranco, espacios confortables, con un lenguaje lúdico, en contacto con el exterior. El dinamismo y la libertad en el uso de colores y arte urbano, en relación también con lo natural y la presencia de vegetación dentro y fuera de los espacios privados. Arquitectónicamente es
una estructura racional, marcada con un ritmo de la fachada agradable y de escala humana, que no rehúye al contacto con el exterior del lote y desde afuera con el interior.
Parador en Moray
Intervenir en estructuras paisajísticas andinas y de un valor cultural enorme. Era muy importante intervenir de una manera delicada y sutil cuidando muchísimo el lenguaje ancestral de la arquitectura prehispánica. Se requiere de un espacio de recibimiento turístico de estancia y descanso. Dentro de esto se busca un edificio que se camufle en el paisaje, de una idea monocromática del mismo color de la tierra y que surja de ella. Consiguen hacia afuera tener un lenguaje sobrio, silencioso, sin afectar el paisaje, pero por dentro un espacio abierto y amigable a los turistas o usuarios del lugar. Es importante tener en cuenta el uso de arquitectura de patio central que permite ventilar y a su vez es un tipo de arquitectura típica de la zona, de valor cultural.
A través de la obra de Ruth Alvarado, podemos conocer el camino de una arquitecta que se siente parte de un territorio, que entiende la responsabilidad de intervenir en un contexto tan diverso como el Perú, tomando en consideración cada aspecto del entorno que se tiene.
Podríamos decir que es una forma orgánica de ver la arquitectura, un objeto que surge del territorio y se emplaza sin intención de resaltar, sino de complementar y ser lo más adecuado para el lugar. Tal como Ruth menciona, pensar siempre en ¿Qué es lo que el lugar me pide?
Si bien su arquitectura nos habla de lo orgánico, hoy en día nos habla de lo ético, tal como lo hacía Susel o Takahashi, nos muestra una búsqueda por entender las maneras apropiadas de hacer arquitectura en el Perú, especialmente con su criterio para aplicar aprendizajes de nuestro pasado prehispánico y de la cultura y memoria de las comunidades y personas que habitan los lugares que interviene. Ya no es solo un arquitecto el que nos muestra la necesidad de tener estos acercamientos a nuestra labor, sino vienen siendo tres, es probable que estemos respondiendo poco a poco a las exigencias de nuestra contemporaneidad, comprendiendo desde diferentes generaciones y perspectivas, la realidad en la que vivimos y que podemos transformar.
Mayo 2022
Escrito por: Yeda Nikol Chaparro Calumani
Los grandes referentes de la arquitectura, en su mayoría, denotan un amplio perfil de éxito tras éxito desde sus inicios. Luis Takahashi Sato, es otro grande, que, a diferencia, tiene una historia de aprendizaje, crecimiento y madurez como arquitecto con convicciones peculiares.
En 1939, La Oroya fue testigo de los años de infancia de aquel niño, cuya diversión yacía en desarmar y armar todo lo que encontraba en casa. En la secundaria, Luis encontró fascinación por los aeromodelos de madera, y en los talleres del colegio se aventuró a armar muebles de madera, que, sin pensarlo, adiestraría al joven estudiante a manejar herramientas, y conocer procesos que convierten los trozos de árboles en objetos.
La peculiaridad de Luis Takahashi se hizo presente una vez más en 1957, donde se decidido a seguir la carrera de Ingeniería Mecánica para especializarse en el diseño de máquinas, termina formando parte de la facultad de Arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería.
En la facultad, el atípico estudiante Luis, tuvo desencuentros con sus docentes de diseño por no comprender por qué no debería preocuparse por la factibilidad técnica de sus propuestas. De este modo, en toda su carrera y ejercicio de su profesión no logró asimilar la concepción taxativa de que el arquitecto es solo un artista. En este punto, es necesario analizar nuestro rol como arquitectos y futuros arquitectos. ¿Realmente somos creadores de piezas artísticas, cuyo conocimiento se limita al diseño? La academia, ciertamente, nos formó para ser capaces de “diseñar” las obras arquitectónicas más asombrosas tal cual Gaudí, pero el análisis complejo de las estructuras, y costos de obra tuvieron un protagonismo digno del papel secundario de una obra teatral.
Hasta aquí, una pregunta llega a mi mente. ¿Por qué Luis Takahashi?
Ciertamente, como estudiantes, tenemos la idea que ser invictos en las materias de la carrera es sinónimo de ser un buen estudiante. Esta idea se rompe con Luis, la diferencia de opiniones con sus docentes causó que repita un ciclo, no por incapacidad, sino por ideales que sus educadores no compartían, pero que más adelante le darían la razón a Takahashi. Fue ese mismo año que diseñó su primer proyecto, una vivienda, su primer proyecto en madera.
En 1962, último año de la facultad, construyó la CASA F en Huaral, con un terreno arenoso y una napa de agua a 50 cm de profundidad, peculiaridad que Luis consideraría notablemente al ejecutar su propuesta ¿Cómo lo resolvió? Proyectó una cimentación apoyada en la superficie del terreno, cuál barco varado en la arena seca, que constituyó en delgadas vigas armadas debajo de cada muro y relleno de piedras en los vacíos para conseguir elevar la plataforma y lograr alejar la vivienda de la humedad. Ahora pues, para que la baja resistencia del terreno soportara el peso de la casa, Luis, redujo el peso total de la construcción en 2/3 empleando bloques con huecos en las paredes y una losa de techo formada con delgadas
viguetas de concreto, separadas 1.20 m entre ellas, y triplay abovedado relleno con mortero de fibrocemento constituido en un 70% por virutas de madera ¿No nos parece brillante esta solución? Siendo aún estudiante ¿Resolveríamos de forma exitosa tal proyecto si hubiéramos sido el arquitecto a cargo? Probablemente. Lo cierto aquí es que Takahashí no solo hacía proyectos enfocados en el diseño o un concepto, sino también propuestas que respondan a un contexto, y que resuelvan problemáticas ambientales que puedan vulnerar la construcción y que aseguró la permanencia de dicha casa por más de 60 años y varios sismos. Un arquitecto completo.
En el paso de los años, diversos proyectos estuvieron a cargo de Takahashi, entre ellos, las aulas de la Facultad de ciencias forestales de la universidad agraria La Molina en 1963, que soportó y se mantuvo en pie ante los sismos de los años 70 en comparación a las construcciones en concreto del campus que cesaron y se desplomaron. ¿Por qué es importante mencionar este proyecto? Sencillamente por una razón, el reglamento de Edificaciones de aquel momento.
La experiencia y los proyectos por sí mismos comprobaban la praxis de Takahashi, corroboraban la factibilidad de construir con madera, no solo como prefabricados, sino como proyectos permanentes. Todo esto fue completamente devaluado por aquel reglamente, posteriormente derogado, que negaba la construcción en madera por considerarlo peligroso.
Entre los años 1969 – 1975, el arquitecto Takahashi realizó construcciones agropecuarias con madera tornillo de bajo costo en el mercado, mediante estructuras de arco de dos puntos, con techos de 10-16 metros de luz, una armadura totalmente asombrosa, que sin duda nos recordaría al Cristal Palace de Londres. Hasta ese entonces, estos galpones para gallinas eran construidos con madera de eucalipto y requerían de un apoyo central. Esta nueva tecnología promovida por Luis, sin duda, se propagó entre los granjeros de aquel entonces hasta nuestros días, por su practicidad y factibilidad económica. Sin duda, todo es pensado y considerado por este arquitecto, desde la búsqueda y elección de materiales adecuados, el diseño de la propuesta y el análisis estructural del mismo.
En 1975, Takahashi lleva a cabo una cartilla de promoción para la construcción con madera. ¿Por qué? Luis tenía la necesidad de compartir sus conocimientos a los demás peruanos sobre cómo construir con madera. Muchas de las personas tenían la concepción que construir con madera se asociaba a cabañas mal hechas edificadas para los pobres. Así pues, la población con más medios económicos desestimaba esta alternativa por percepciones sociales infundadas. Este manual de forma ilustrada comprendía los procesos y métodos del trabajo en madera para el entendimiento de todo público.
Entre tantos proyectos, finalmente, el que más llama mi atención son las postas médicas para el Ministerio de Salud en 1987. En este proyecto se diseñó módulos básicos de salud en la Selva peruana. En respuesta a un contexto, Takahashí siguió el diálogo que las viviendas colindantes y el entorno mostraban, empleó madera redonda y techos de hojas de palma empleando materiales y mano de obra propia de la zona, pero, añadiendo algunas mejoras basándose en su formación y conocimiento como arquitecto.
Así pues, propuso colocar una lámina intermedia entre dichas palmas en el techo, para evitar filtraciones de agua por las lluvias, así como pilotes de 5 metros sobre las plataformas de los
módulos en respuestas a las crecidas del río, sin que estas afecten o inunden la edificación (Todas estas son consideraciones que resuelve a un análisis de sitio previo al diseño).
Entonces, ¿Es Luis Takahashi arquitecto o ingeniero? En el transcurso de mi observación me hice esta pregunta, y la considero natural luego de ver como cada práctica suya respondía a una razón, y aterrizaba dichos diseños a realidades concretas y factibles. Para una respuesta corta bastaría con ver que obtuvo su grado de facultad para confirmar que realmente es un arquitecto bajo todas las de la ley. Pero esta pregunta merece más que una afirmación.
“Un 80% de la población no consulta con un arquitecto para hacer vivienda, los arquitectos deberían considerar a esta población”. Enuncia Takahashi
No es novedad que en el Perú la autoconstrucción es la alternativa que muchas familias optan para construir sus viviendas, ya sea por ahorro de dinero, o desconocimiento de especialistas. Sea cual sea la razón, lo cierto es que existe una correlación entre vivienda mal planificada y ceses ante huaicos, terremotos, condiciones climáticas, entre otros. Esta realidad no hace más que confirmar las palabras de aquel arquitecto. Conforme avanzan los años, Luis Takahashi, en mi opinión, no hizo solo arquitectura, ni procesos dignos de la ingeniería. Si no más bien, fue un innovador con el material y los procesos, un trascendentalista, un arquitecto fuera de esquemas, que ahondó en un campo desconocido y desmerecido por muchos. Por definición, ser arquitecto es enfocarte en el diseño, creación, mejora y restauración de espacios físicos a partir de las necesidades del ser humano. Una profesión altruista que converge con mejorar la calidad de vida del otro.
Con sus obras y conocimientos, Takahashi demostró que la madera es tan noble como cualquier otro material. Nos mostró, a su vez, que trabajar en madera no es únicamente ensamblar piezas ya hechas, sino que el diseño de dichas piezas y el ensamblado adecuado son los que dan vida a una gran obra. Probablemente, un ingeniero pueda ensamblar también piezas, probablemente pueda resolver cuestiones constructivas; pero, El arquitecto Luis Takahashi ejecutaba ensamblajes con piezas y materiales únicos en cada proyecto, no solamente armaba, sino que respondía a un usuario, a un diseño, a un contexto, y a un material.
Finalmente, entre estos párrafos existe un coprotagonista, si, la madera. Los bosques secos de la costa peruana prácticamente desaparecieron, y nuestros bosques amazónicos no están lejos de ir por el mismo camino. Es aquí que, como arquitectos, siguiendo los pasos de Takahashi, podemos contribuir a evitarlo. Sin algún conocimiento previo, probablemente pensemos que talar más árboles claramente no sería la solución. Sin embargo, existe un nuevo panorama, el 96% de árboles son considerados sin valor para el campo de la mueblería o decoración, provocando una SUBEXPLOTACIÓN preocupante.
En el campo de la construcción, podemos dar valor económico a los árboles que aún no tienen mercado. Con una mayor demanda en el sector de la construcción, las industrias establecerían negocios permanentes en esas áreas para así proteger, reforestar e incrementar los bosques. Hasta este punto, seguro estamos convencidos de que es necesario actuar, pero ¿Por qué? Sencillamente, porque la madera es el único material de construcción que puede crearse y obtenerse en todo el territorio del país, porque es más sencillo de usar en la autoconstrucción con un mínimo de entrenamiento, y porque finalmente somos un país con el 80% del territorio
con aptitud forestal. La madera, en este punto, es el personaje principal, un recurso a nuestro alcance y que espera que tanto tú como yo, siendo futuros arquitectos, seamos capaces de continuar con los intentos de Luis Takahashi por su revalorización, aportando al país, al medio y finalmente al usuario y una mejor calidad de vida.
Marzo 2022
Escribe: Melanie Quequezana Vidalón
La arquitecta Susel Biondi Antúnez de Mayolo inicia su conferencia brindando su idea sobre, cómo es necesario que los arquitectos desarrollen proyectos que puedan ser un aporte a la sostenibilidad. Si bien es conocido que, cada una de estas ideas pasará por un proceso que presentará baches y tropiezos, es indispensable comprender que el resultado se encontrará determinado por aprender de los errores ya existentes y el empeño de querer hacerlo mejor.
Brindando conocimiento sobre un contexto en el que se vive, de un mundo contemporáneo en el que las nuevas generaciones se encuentran regidas por una ética reciente, la arquitecta explica cómo esta ética de tercera generación, se superpone a una anterior en donde los principios eran regidos por los derechos humanos, el valor de la sociedad y además estos se encontraban sumados a los principios “planetarios” de sostenibilidad que contienen los derechos naturales. Asimismo, este marco de etapas se contrapone a lo que pasa en el planeta, en donde el medio que nos sustenta y el que nos permite subsistir no se encuentra en proporción con la humanidad a la que está albergando actualmente. En este mundo “nuevo”, es la arquitectura la que debe intentar resolver los problemas de la naturaleza, desde el hecho de resolver los ciclos de vida de una edificación hasta el procesamiento de los desechos.
Con la oportunidad de realizar un stage en el estudio de un pionero de la arquitectura sostenible y su participación en el libro “Carácter ambiental de la arquitectura”, la arquitecta Biondi realiza un cuadro de clasificación que le permite entender el proceso y donde se sitúan las acciones o resultados arquitectónicos en relación a las metas que uno se traza para intervenir arquitectónicamente. Es así que de una manera muy didáctica presenta al “arquitecto monstruo”, el cual es un personaje que decide realizar proyectos de un modo irresponsable, desde el uso de residuos o la utilización de la información, siendo ineficiente. Esto enseña cómo es que siempre se debe partir de un nivel cero y desde ahí proponer otros modos de hacer, viendo paso a paso y capa por capa cómo el proyecto puede llegar a ser resuelto.
Con estas premisas, Biondi crea una escalera con cuatro pasos que recorren el camino hacia lo sostenible. El primero lo denomina bioclimática, el cual se basa en integrar el clima como un elemento a considerar al momento de proyectar, puesto que con el paso de los años y las mejoras en la tecnología, se le ha relevado un poco a la arquitectura de este punto, ocasionando una arquitectura casi autista que, al ser otros componentes los que resuelven esos conflictos, se deslinda de cierto modo de estos, perdiendo de vista los ahorros que puede generar en todo sentido, brindando una mayor calidad ambiental, que forma siempre parte de la buena arquitectura.
El segundo escalón que propone la arquitecta es el que incluye las consideraciones ecológicas, las cuales resuelven el tema de flujo de recursos en una edificación, convirtiendo un flujo lineal en uno cíclico, para así reducir los impactos ecológicos a nivel global. Esto, por supuesto, nos guía al siguiente paso que es el que ve la parte ambiental, la cual también piensa en reducir el impacto, pero con un enfoque local de contexto inmediato, ya que busca el bienestar y la salud de los usuarios directos e indirectos de lo construido. Por último, el escalón más alto es el de sostenibilidad, el cual además de incorporar cada una de las características anteriores, se entiende como un sistema mayor o complejo
a distintas escalas, no siendo una arquitectura descontextualizada, sino, una que busca una calidad que responda a todos los problemas a los que se ha enfrentado en el proceso.
Es interesante descubrir, cómo desde este marco se hace muy difícil obtener proyectos. Se torna muy frustrante querer hacer un proyecto y que no pueda ser logrado, por lo que siempre se debe tan solo apuntar a hacer un proyecto sostenible sabiendo que será básicamente lo mejor que se puede hacer. La arquitecta llama a esto, la arquitectura del zoom óptimo, ya que es lo obtenible para ciertas circunstancias, en las que solo se puede proponer batallas que se puedan luchar y ganar en la búsqueda para hacer lo mejor que se pueda.
Continuando con la conferencia, Biondi presenta ocho proyectos en los que fue participe, explicando cómo cada uno de ellos fue desarrollado desde las bases para el camino hacia lo sostenible. Siendo el primero de estos una intervención en el Centro Histórico del Callao, expresa la necesidad de brindar al proyecto nueva ventilación e iluminación natural mientras se recuperan las casas originales. Desde las estrategias bioclimáticas, recalca que fue un proyecto muy sencillo ya que el presupuesto era muy escueto, pero aun así brinda una ventilación natural cruzada a través de la textura de las celosías y ventanas, mientras que en uno de los pisos semienterrados dicha propuesta cambia y decide hacerlo mientras farolas colocadas en su fachada, para lo cual, aun sin saber del término en esa época, evoca a una fachada de doble piel que maneja el aire y la ventilación. En cuanto a las estrategias ecológicas, a pesar de ser una propuesta básica minimalista, mantiene una pieza que simula un contener marítimo colocado al borde del mar, al cual se le aplica un óxido sobre el cemento que utilizaron en la fachada con el objetivo de que fuera una superficie que no necesitara mantenimiento, reduciendo el impacto en la etapa de vida útil. Siguiendo con las estrategias ambientales, crea una plaza entre ambos edificios para hacer un espacio público que permitiera atravesar el edificio hasta el mar, logrando una mayor integración con la ciudad dejando de ser un edificio cerrado. Por último, se logra una combinación entre lo actual e histórico de poco costo, que dentro de todas las limitaciones es sostenible.
El segundo proyecto que se expone es el Centro de Educación inicial en el Asentamiento Humano Manuel Escorza en Pucusana. A pesar de ser un proyecto pequeño y básico, ya que solo contendría tres aulas más las áreas complementarias, es uno de los proyectos que posee uno de los inicios más interesantes y sensibles que presentó la arquitecta. El diseño tiene inicio luego de un taller de dibujo que se plantea con los niños, en el cual, cada uno de ellos expresa mediante representaciones gráficas lo que deseaban que tuviera su lugar de estudio. Tomando cada una de las propuestas en consideración, se crea un proyecto con módulos sencillos que resuelve el clima gracias a las fachadas con un patio de juegos central cuyo ingreso se da a través de una puerta en embudo. Si bien mantiene un umbral intermedio que resuelve el asoleamiento, la iluminación y la ventilación cruzada natural con aleros que reflejan la proyección de sombra, es el patio el elemento integrador con la ciudad. Aun así y tomándolo como un hecho lamentable, si bien el Ministerio de Educación buscaba que se integran más los colegios a la ciudad, dieron marcha atrás al momento en el que se presento la propuesta de fachada abierta, dilucidando aun más el hecho que la seguridad se encuentra en constante tensión con la felicidad.
El Instituto Nacional del Corazón – INCOR se propone con un diseño bioclimático que intenta resolver de modo natural todo lo que no tuviera carácter de bioseguridad. A través de su orientación y su envolvente se soluciona el ingreso de luz, el cual mantiene controlado el asoleamiento mientras se logra una ventilación natural a través de un patio central con termosifones que ayuda a que toda la ventilación se movilice por todo el edificio funcionando el centro como un pulmón. Este mismo espacio es el que apoya a generar una sensación de no ingresar a un espacio lúgubre, complementado por colores cálidos que generan cercanía con usuarios, además de la inclusión de árboles de manera estratégica, para generar una mejor calidad de este ambiente creando un hospital más humano con baja tecnología de alto rendimiento.
Así como los anteriores, tanto el proyecto del edificio multifamiliar YOU5020 como el diseño para el Hotel Holiday Inn, mantienen la misma estructura a seguir al momento del diseño para alcanzar la mayor sostenibilidad posible. Cada uno de ellos respeta el entorno en el que se encuentra buscando brindar un zócalo amable con su contexto para satisfacer no solo a los usuarios del mismo proyecto, sino a los que pueden gozarlo desde fuera, además de lograr que la estructura forma parte de la misma fachada, encontrando cualidades de esta no antes exploradas. A pesar de esto, es interesante ver, cómo, a pesar de ser completamente innovadores hacia el exterior y en áreas comunes donde se les brinda una mayor libertad de diseño, ambos proyectos mantienen un diseño convencional al interior de los departamentos y habitaciones, ya que el mercado inmobiliario actual exige que se cumplan sus parámetros comerciales y ninguno desea ser el primero innovando. Resulta increíble, cómo este latente miedo del mercado arquitectónico peruano priva, no solo de utilizar uno de los materiales más ricos del país, como es la madera, sino que resulta altamente limitante al momento en el que lo único que se busca es una mejor experiencia y una mejor participación ciudadana.
Brindando un acercamiento a su vida personal, la arquitecta presenta su casa de Santa Eulalia. Desde su emplazamiento, toma la decisión de generar la huella de carbono más pequeña que pudo lograr. A través de la utilización de solo material y mano de obra local, el diseño de la vivienda se instala entre los árboles existentes sin la necesidad de eliminar alguno de ellos, conservando la esencia del terreno. Solucionando con la orientación tanto la iluminación como la ventilación y la captación solar, el proyecto presenta como aislante térmico muros portantes de piedra, lo que en un principio resulto extraño para los vecinos al punto de generar temor, pero finalmente es interesante cómo resultó ser un incentivo para la innovación. Cada uno de los elementos de la casa son de lo más eficiente, desde los paneles solares para controlar la temperatura del agua, hasta los biofiltros que ayudan a regar por infiltración toda el área circundante, que se mantiene “intacta”, ya que se integra tanto la acequia en el diseño, así como el mantener cada uno de los árboles aporta áreas de descanso “exquisitas” para el usuario, el cual se encuentra en constante relación con su entorno mientras habite la vivienda.
Finalmente, la conferencia demuestra cómo es una función de la arquitectura el operar mejor y el ser más integrado a todas las condiciones ambientales que debe resolver. Enseña que siempre se debe aspirar a la belleza, ya que, así todo funcione, si no se brinda una sensación de bienestar tanto físico como visual, la convivencia entre usuario y edificio será mínima. Entendiendo que las personas se encuentran de visita en este planeta, es necesario reconocer cada una de las maravillas que brinda la naturaleza en cada lugar, siendo una labor de los jóvenes arquitectos el buscar estas oportunidades que les permitan adentrarse en un mercado, que a pesar de contener a muchos experimentados, aún se encuentra mucho campo para innovar confiando en la arquitectura para cumplir con este rol estratégico.
Abril 2022
Escrito por: Andrea Pezúa
Una arquitectura cuya volumetría y especialidad se asocia indisolublemente a la realidad en la que se trabaja, tanto social como económicamente, y que paralelamente responde a su entorno no solo por su singularidad sino por ser parte integral de toda la trama urbana a la que pertenece, es el resultado del desarrollo proyectual de Jorge Cosmópolis Bullón. El arquitecto contempla la realidad bajo una perspectiva más completa de todo el país en el cual y abre camino a reconocernos más allá de los que somos. A través de su conferencia “Modernismo e Historia / Una trayectoria proyectual” nos permite conocer parte de trayectoria como proyectista, destacando sus trabajos en torno a lo arquitectónico como a la restauración.
Desde un inicio se entiende su trayectoria como dos líneas bien definidas. Por un lado, la Modernidad, movimiento con el cual se siente plenamente identificado debido al desarrollo de conceptos de racionalidad y sobriedad; y, por otro lado, Historia, debido a su proyección de edificios con reminiscencias históricas (contando como referencia principal al arquitecto Enrique Seoane Ríos y sus proyectos con identidad y elementos peruanos), y su trabajo en la restauración. Así también describe como a través de las décadas estas dos líneas de trabajo de han mezclado, contemplando proyectos con ambos criterios.
Si bien Cosmópolis, nos describe su interés histórico, en sus primeros proyectos lo que prima es la influencia del movimiento moderno, considerando criterios en torno a la limpieza de los volúmenes y funcionalidad, tal es el caso de Edificio Comercial Carlini en Barranco, al lado una Casa de valor histórico, en la cual se tuvo que considerar parámetros de centro histórico que respetar que incluía la obligatoriedad de los vanos verticales exteriores. No obstante, es destacable que pese a esto se presenta su necesidad de no renunciar a su actualidad manteniendo criterios vigentes, en esa época modernos, con espacios y volúmenes limpios manteniendo el perfil urbano del distrito. Bajo este mismo concepto se presenta la Edificio Pardo en Chorrillos, en el cual es resalta la misma característica relacionada a la sobriedad, sencillez y limpieza de vanos.
En ambos casos, el arquitecto presenta una particular consideración en torno al entendimiento del proyecto como bueno, pues, describe la ausencia de modificación a través de los años como un buen indicador de arquitectura “bien hecha”, debido a que se ha cumplido con las necesidades del cliente. Desde un punto de vista externo puede no ser considerado esto como importante para su calificación, pero visto desde un punto de vista más amplio e impersonal, sin consideraciones de valor personal sino solo funcional, la obra ha cumplido su labor, y comprendiendo esto, podría también ser un indicador de calidad. Por otro lado, pero en el mismo aspecto de diseño se presenta el Edificio las Gardenias en Surco, con leves modificaciones a través del tiempo.
En el caso de la Casa Vega, se destaca la intención de modificar los conceptos utilizados para sus proyectos, pero es notorio también que se maneja aun criterios relacionados a lo mínimo necesario en torno a las dimensiones de los volúmenes generados. Así también, es destacable el proyecto de UNIFE,
La Capilla Camacho, en la cual empieza a tener otro tipo de intervenciones, dada también el aumento de libertad durante la etapa de proyección; se presenta la propuesta de una claraboya que ilumina el presbiterio con un techo que fue diseñado para ser expuesto.
Retomando una idea anteriormente mencionada, es destacable como el arquitecto Cosmópolis considera que es necesario realizar una buena arquitectura, y en este caso, al igual que con el estudio Nómena, es también necesario cuestionar, que es considerado una buena arquitectura. No obstante, la respuesta aquí es en parte distinta, debido a que la arquitecto relacionada el mérito de calidad aun espacio que no se necesita cambiar o modificar, un entorno que haya sido bien hecho que haya cumplido las expectativas suyas y principalmente las del cliente, es una buena arquitectura.
El arquitecto entiende su felicidad dentro de parte de la ejecución de su trabajo, como es el caso de la restauración. Ya en su etapa de restauración, es destacable su intervención, por ejemplo, en la Casa Chacón, en el Colegio San Bernardo o Iglesia San Blas del Cusco, como también en otros departamentos a través del Perú que le permitieron conocer e implementar en su regreso a Chiclayo nuevos conceptos históricos dentro de su proyección arquitectónica. Como es el caso del Museo de Túcume, y su reminiscencia a iglesias históricas de Lambayeque.
Sobre este último, es importante su consideración de la identidad de la zona, y el consejo recibido por Thor Heyerdahl, en el que es mejor realizar algo parecido a intervenciones previas, mediante una estructura interior con referencias culturales. Como también es importante lo notorio de la libertad en el diseño, se ve a través de sus trazos que puede proyectar sus marcadas restricciones, sino solo guiado por su planteamiento de concepto inicial, permitiéndoles agregar ideas exteriores relacionadas con templos, como las rampas y accesos a través de plataforma o la integración de una columnata de pilares para ocultar parcialmente los baños desde la vista del ingreso. Si bien, mantiene características como el uso del color mediante la pintura, es claro que el arquitecto empezaba a tener una mayor libertad proyectual.
Estas consideraciones históricas son también relevantes en el Centro Artesanal la Colorada, en el cual se utilizaron materiales tradicionales que se tenían en la zona con tecnología de arquitectura local generando módulos con materialidad autóctona y aún con ciertos criterios modernos. Se completa el proyecto con la generación de una calle sombreada mediante las zonas exteriores de cada módulo. Por otro lado, y en torno a su libertad proyectual, es bastamente rescatable la Cobertura Narihuala en Piura, en la cual, si bien fue por necesidad debido a la ausencia de espacio para la implementación de los cimientos, la estructura conseguida presenta nuevos aspectos no vistos antes en la arquitectura del Cosmópolis. Se presenta una estilización de los elementos estructurales y un cambio de material; no se utiliza más concreto, ladrillos, sino acero, este solo cambio ya modifica por completo las posibilidades de proyectar y permite proponer una estructura que parece solo pisa superficialmente el área arqueológica. Por otro lado, esta irregularidad de la estructura es también un síntoma más del cambio en el ámbito proyectual que presenta el arquitecto: deja los elementos rígidos de su arquitectura inicial, no se presenta solo atado a parámetros urbanísticos, sino que tiene la libertad de proponer un elemento que por sí solo, incluso sin programa, ya cuenta con un valor arquitectónico.
La búsqueda inicial de una etiqueta para la arquitectura no hará más que comprender de forma sesgada su definición, por este motivo, el tratar de acotar que es la arquitectura peruana no entregará resultados óptimos, al menos en el contexto actual. En este sentido, el arquitecto Cosmópolis recoge este enunciado y reafirma que lo primero para generar una calidad proyectual identitaria con su propia nación, es responder, desde un inicio, al entorno físico-social en el que se ubicara. Sobre esto último,
si se realiza correctamente encontrando soluciones que abarquen todos los requerimientos del pedido, sin detrimento del trabajo proyectual, se adquirirá consecuentemente una identidad con su propia nación.
Si bien el arquitecto no persigue una definición de arquitectura peruana, expresa su manera de entender dicha categoría, sosteniendo que, un desarrollo proyectual peruano gira en torno a la sencillez de los volúmenes propuestos y la robustez de los elementos diseñados. Así también, define a su arquitectura dentro del marco de aplicación del movimiento moderno, destacando criterios como la racionalidad o la sobriedad, no obstante, sus proyectos terminan convirtiéndose en pequeños cuerpos solidos con vanos reducidos, que denotan una introversión en la propuesta. Cosmópolis, confirma esta descripción argumentando que este tipo de proyectos responden principalmente al criterio de funcionalidad, en el que lo primordial es responder al uso predeterminado que presente la edificación, más allá de considerar criterios teóricos de diseño.
A modo de cierre, el arquitecto reconoce que su arquitectura se ha contemplado mayormente para un público que se encuentra en el sector de la clase media peruana, la cual prolifera en la metrópoli – pero no en el país – que, si bien cuenta con capacidad de ahorro para solicitar una proyección de viviendas bajo la revisión de un arquitecto, sus requerimientos girarían en torno a mantener una economía y utilizar el espacio lo mejor posible para poder ganar más espacio para el uso diario. Estos requerimientos son, además de las restricciones marcadas por los parámetros urbanísticos de las zonas trabajadas, lo que ha normado gran parte de los proyectos del arquitecto Cosmópolis.
Una arquitectura sin pretensiones, que limita entre lo considerado formal e informal, que se encuentra limitada por su presupuesto, por sus áreas, o por los parámetros que se presenten según su ubicación, ligada siempre a la economía tanto monetaria como espacial, sin lugar a generosidades; en gran parte una arquitectura en la cual todo es lo mínimo, podría ser parcialmente una descripción de los primeros años de proyectista del arquitecto Jorge Cosmópolis. No obstante, es a partir de la experiencia y su intervención en otros campos que su manera de proyectar se complementa y se apertura a nuevas opciones. En este sentido, su etapa de restauración le entrega elementos necesarios para su desarrollo posterior nuevamente en Chiclayo, lugar en el cual, el arquitecto se reconecta con la arquitectura generando propuestas con distintas consideraciones proyectuales, como distintos conceptos históricos.
En consecuencia, se destaca que el arquitecto Cosmópolis, no realiza una arquitectura fundada en base al ego del autor sino en base a un entendimiento del requerimiento del cliente. Situación en la cual el diseño del proyecto no se subordina a un concepto formal ni es fruto de una voluntad personal sino expresión de su realidad, lo que le permite convertirse no en una intervención aislada sino en un elemento que forma parte de toda una composición urbana.
Mayo 2022
Escrito por: Diana Mamani
Los territorios que abarca la arquitectura son tan amplios como el territorio físico del Perú. Dicha idea es entendida por Elizabeth Añaños, quien, a pesar de ser una arquitecta joven, ha conseguido diversos logros desde el Estado y para los peruanos. Su obra esta enraizada en la realidad peruana, y, por tanto, sus proyectos se materializan considerando aspectos que van desde el territorio hasta el detalle constructivo. Con un activismo característico de la nueva generación de arquitectos a la que pertenece, busca dar soluciones partiendo desde el cambio. Así, su obra hasta el día de hoy se puede resumir en la amplificación, la diversificación y sus desplazamientos en los territorios de la arquitectura de los cuales se apropia.
En un país con muchos problemas, y en un contexto donde la oportunidad para desarrollar proyectos de arquitectura es escasa, Elizabeth busca la transformación de lo que ella entiende por “territorios de la arquitectura” para así realizar obras de calidad. Esta obra resulta similar a aquella realizada en la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial, en la que se buscó la reinvención de una sociedad azotada por la injusticia, y en busca de una mejora colectiva. De esta manera, a pesar de las complicaciones que se le pueden presentar al ser mujer, de provincia y de clase media, se las ingenia para conseguir la oportunidad de desarrollarse profesionalmente. En ese sentido, amplificar el territorio del arquitecto, en el que su obra no se limitará únicamente a un trato con el cliente o la inmobiliaria, como se observaba en Nomena.
Así, Elizabeth diversifica el territorio del arquitecto presentando nuevas posibilidades para el desarrollo profesional. El arquitecto ya no es solo el proyectista, sino que, que en está visión innovadora, puede ser también el gestor, el planificador o el encargado del financiamiento respondiendo así a una realidad tan diversa y compleja como la peruana. En este replanteo de la forma en que se hace la arquitectura, Elizabeth se introduce en el Estado Peruano como Viceministra de Vivienda, y se encarga de gestionar proyectos, aprobar leyes, políticas y así, cambiar la realidad entendiendo los sistemas que van más allá de la arquitectura. Se trata de un trabajo en el que la arquitecta ha aprendido a trabajar en colaboración con diversos entes estatales, profesiones, así como personas que también buscan, o deberían buscar, el bienestar de los peruanos.
Luego de amplificar y diversificar los territorios de la arquitectura, Elizabeth se desplaza sobre ellos mediante tres aproximaciones. La primera de ellas parte de lo rural. Con un background, ligado a una vida en provincia, particularmente en el Cuzco, la arquitecta busca escapar del pensamiento urbano como único foco a resolver en el Perú. De esta manera, ya en el Estado, tiene la oportunidad de viajar y obrar en Mayuriaga, uno de los lugares con menor grado de accesibilidad en el Perú. En este lugar, surge la pregunta de ¿cómo intervenir en lo rural? Acertadamente, Elizabeth entiendo que para ella no se debe seguir los cánones de lo urbano. Para la arquitecta, se debe entender las condiciones territoriales de la Amazonía, particularmente en este lugar cercano al Marañón. De esta manera, su obra partió de hacer entender al Estado que existen las diferencias territoriales, tratando de romper aquella brecha que impide el acceso a la inversión pública a las escuelas de la Selva peruana.
En ese sentido, para apoyar en el acceso a la renovación y construcción de escuelas en la Amazonía, propuso un sistema prefabricado modular, el cual fue sistematizado y un medio de apoyo para resolver problemas como el acceso a educación y saneamiento. Respecto a esta intervención, vale mencionar que Elizabeth no lo ve como un proyecto, sino como un kit: un catálogo de sistemas que pueden ser aplicables a muchos lugares que tienen las mismas necesidades con condiciones territoriales similares. Este catálogo de sistemas se instala en seco, y representan la flexibilidad y diversidad de opciones para la construcción. Así mismo, se trata de módulos con componentes codificados que permiten la configuración de diversos tipos de escuela dependiendo del lote.
Así, se tuvieron en cuenta factores como la condición climática, el cobertor, la posibilidad de uso para los techos, la pendiente, e incluso el material. Un punto que recuerda a la obra de Takahashi es el intento por usar madera en un contexto apropiado y con un detalle tan minucioso. Pese al intento, y con aquellas razones que el
arquitecto Takahashi había mencionado en su conferencia como el hecho de ser un país maderero y con una subexplotación que debería ser revertida, las condiciones normativas desactualizadas que existen en el Perú no le permitieron tal ejercicio. Así, en coordinación con instituciones como Sencico o Serfor pudo notar las diferencias entre la realidad y lo estipulado en la normativa. Se observa aquí como la arquitecta actuaba como diseñadora, pero también como gestora del proyecto.
El módulo base diseñado contemplaba una metamorfosis no sólo desde la manera en que eran empleados cada uno de ellos como unidad de una configuración mayor, sino también desde el interior y el mobiliario. Este último era importante, pues sectorizaba el espacio, y también concebía el desarrollo a detalle de cada pieza. Así el interior podía ser un comedor, una sala de usos múltiples, y podía estar conectado a otros módulos, formando así espacios de juego, conexión o de protección ante el clima. Dichos módulos representaban también la solución a muchas de las necesidades básicas de las comunidades en la Selva, pues presentaban paneles solares, torres, cisternas, brindando así calidad de vida. De esta manera, se armaron diferentes colegios, los cuales fueron apropiados por los niños, a manera de juguete, en el que su arquitectura era explorada por sus usuarios.
Así también, en la Amazonía, otro de los hechos importantes en su primer desplazamiento en el medio rural, fueron los módulos de baño realizados mediante el programa “Brigadas en frontera” en los seis lugares más críticos de la Selva. Aquí, la arquitecta como gestora, se apoyo en otros organismos que podían colaborar con el Estado. En coordinación con la PUCP, se pudo diseñar a partir de un seminario aquellos baños a ser construidos en la Amazonia: se observa aquí un modelo de gestión replicarse a otros proyectos estatales. Si bien al inicio se trataba de un baño, luego fue un módulo de servicios básicos, y finalmente un modelo de gestión a difundir con estrategias comunales que contemplaban el antes, durante y después para el funcionamiento del módulo.
Después de este primer gran desplazamiento, el segundo es la escala: realizar a nivel nacional aquello que había realizado en la Amazonia, aplicando las estrategias para cambiar el sistema. Antes, Elizabeth ya había entendido que aquellos problemas que aquejan al Perú son ocasionados por la mala planificación territorial. Frente a la poca capacidad de gestión del Estado en el rubro educativo, es necesaria la mejora en infraestructura de escuelas y centros educativos. Así, la propuesta de la arquitecta parte de la sistematización para la construcción de las “Escuelas Bicentenario”, abriendo, de esta manera, la puerta para que más estudios de arquitectura involucrarse para la mejora de la educación a través de concursos públicos. Respecto a este punto, vale mencionar que, uno de los estudios participantes, tal como se recuerda es Nomena, por lo que la obra de Elizabeth resulta articuladora y particular al tratar de involucrar la mayor cantidad de actores de diversos rubros.
Finalmente, su tercer desplazamiento, luego de haber renunciado al Estado, la arquitecta continúa con el intento de hackear el sistema, esta vez desde la Isla de Los Uros. Aquí, es necesaria la acción estatal, pues el patio escolar de estos habitantes particulares estaba inundándose. Sin embargo, resalta negativamente la escasa preocupación del Gobierno por solucionar el problema, pues dentro de su normativa, el concepto de patio se encuentra tan limitado, que no considera como tal a este espacio en la isla de totora. En ese sentido, Elizabeth, previo llamado de la directora de la escuela, junto a Gary Legget, inicia un proyecto de investigación, y surge la pregunta de ¿cómo intervenir en este patio? La solución es una plataforma a manera de alfombra que conecte las islas de escuela al patio: un articulador de todo lo que es flotante y variable. Finalmente, esta alfombra resulta de diversas utilidades: es un mueble para el juego de los niños, pero también es la protección para que el patio no se inunde; es también el nuevo auditorio como un patio más grande. Este es solo el inicio de un proyecto que parte del patio como objeto, pero pretende dirigirse también a los baños, la escuela, y, finalmente, las islas.
Para concluir, la obra de Elizabeth busca la descentralización de una arquitectura proyectada únicamente para resolver los problemas en el territorio limeño. Así, dirige una mirada, primero hacia el entorno rural, entendiendo que las lógicas de proyectar en estos entornos deben ser diferente a la utilizada en un entorno urbano. Y luego, multiplica ello a lo largo de todo el territorio peruano. Finalmente, su obra es la materialización de un pensamiento humanístico, fruto de su formación universitaria y su experiencia de vida. Elizabeth presenta un camino diferente a aquellos observados previamente, pero curiosamente presenta el detalle de Takahashi, la investigación de Susel, el interés por un mundo ajeno a Lima de Ruth Alvarado, la juventud y practicidad de Nomena, el trabajo con identidad provinciana de Cosmopolis, y el interés por la construcción, el material y el sistema constructivo de Domenack, pero a su manera: única y activa.
Junio 2022
Escrito por: Diana Mamani
Construir arquitectura, en todo el sentido de la expresión, se trata, muchas veces, de un fenómeno poco presente en la profesión en la que nos encontramos. En ella, usualmente, se presenta la disociación entre el “construir” y el “proyectar” arquitectura. En ese contexto, se posiciona Domenack, quien no observa tal diferenciación, sino que reconoce la conjunción de ambas, y, precisamente, este es el punto de partida de un camino propio. Este camino propio posee un gran número de obras construidas en la realidad, pero en él, se reconoce a un arquitecto autodidacta y con mucho interés por resolver, desde las posibilidades de la arquitectura, la construcción y el material, las necesidades más urgentes del Perú. Así, en su conferencia expone una evolución constante en la arquitectura que proyecta. De esta manera, el siguiente texto se estructurará desde sus inicios y acercamientos a la construcción; construir peruano, y no europeo; construir una evolución desde las tipologías; y, por último, construir orgánico.
Haber estudiado en la Universidad Nacional Federico Villarreal, al igual que Cosmópolis, evidencia desde ya un camino diferente al que estamos acostumbrados a ver, con una línea clara de formación y, tal vez, los mejor arquitectos y catedráticos. En su lugar, lo que esta universidad les ofrecía era una gran gama de posibilidades, sin un orden claro, simplemente personalidades dispersas en la enseñanza de la arquitectura. En esa situación, Domenack construye su camino, autodidacta y con un interés particular en el rubro de la construcción. Al igual que Takahashi, desde niño, tuvo un especial acercamiento al rubro constructivo. En su caso, se trató debido a que desde muy niño visitaba las obras de construcción que veía en la ciudad. En especial, durante su formación, visitó aquellas obras de los arquitectos más reconocidos de la etapa modernista peruana, pero también pudo trabajar de la mano de ellos. Ya sea con Harth Terré o Alfredo Linder, todo le sirve de experiencia y aprendizaje para el inicio de su trayectoria como arquitecto constructor.
Cuando Domenack termina su etapa en la universidad, se planteaba ya el hecho de viajar a Europa a iniciar una vida profesional. Sin embargo, producto de las actividades extracurriculares que seguía, como la natación, inicia un viaje hacia Argentina y luego Bolivia. Aquí, se entera de la gran catástrofe que ocurrió, supuestamente, de manera exclusiva, en Lima. Las circunstancias lo dirigen a Huaraz, donde observa que la crisis aquí es realmente más grave que lo que acontece en la capital: esta es permanente y más fuerte. En Huaraz, a sus 23 años, descubre que fue una decisión mucho mejor que haberse ido a Europa a estudiar, pues aquí forma parte de la reconstrucción de la ciudad en obras como el Conjunto Huarupampa, así como el Parque Infantil y los módulos en él. Son estos sus primeros proyectos, en los que ya se divisaba un interés particular por el uso del material, con el uso de la carpintería cambiada en cada lado de la calle, y el ladrillo solaqueado; la estructura y su implicancia en la arquitectura. Son estos proyectos también el germen de un aprendizaje que recién comenzaba, y que consideraría este inicio como un laboratorio para construir en la vida profesional.
Como decía Louis Kahn, la arquitectura es la construcción meditada del espacio. Y con referencia clara a la obra de Le Corbusier y Puruchuco, desde sus inicios, Domenack entiende que se debe buscar crear el espacio interior y exterior de manera total y conjunta, y que ello, la arquitectura, debe resolverse no solo desde los tableros. Ello es observado en proyectos iniciales como el Mercado de Tarma, en el concurso MUNA, así como en las fábricas de galletas diseñadas en Trujillo, y Junin. Si bien no todos estos proyectos fueron construidos pueden destacarse como un laboratorio para experimentar con aquellos intereses que motivaban a Domenack. Pensando en la espacialidad, ello se observaba en el Muna, y el AGN. Y, pensando en el material, ello se evidenciaba en las fábricas de galletas, de luces amplias. En la primera, tuvo que realizar un cambio de lo proyectado, en concreto caravista, a la realidad en ladrillo. A su vez, tuvo que buscar soluciones que pudiesen sostener la amplitud del espacio, a partir de un sistema constructivo de soldadura y vigas metálicas. Así, los aprendizajes del primer proyecto construido, los replicó en el segundo, aunque sin llevarlo a la realidad.
Con 50 años de trayectoria, el hecho de haber construido gran cantidad de proyectos arquitectónicos es posible, pues entiende cómo es que hay que hacerlos: diseña porque sabe que se puede construir y cómo se va a construir. En todos sus tipos, incluye tres premisas: la búsqueda de un lenguaje arquitectónico en evolución, la pertinencia del proyecto, la función y la forma; y los materiales y el contexto en el que serán implementados. Estos tipos van desde colegios, centros comerciales, deportivos orientados a la natación, multifamiliares grandes, de pequeña escala, dispersos, casas de playa y casas tipo hacienda.
En el caso de los centros comerciales, cobra especial importancia el lote comercial en el Jirón de la Unión, el cual convive en medio de una calle muy rica culturalmente, así como arquitectónicamente, teniendo al costado a la casa Courret, fruto del Art Nouveau. Su obra, con un estilo Art Decó, convive estructuralmente con los restos de la adyacente, por lo que se debió tener cuidado con las columnas y vigas. Ello implicó un esfuerzo mayor para sostener los techos y realinear las columnas, de manera que, la casa adyacente, pudiera resistir.
En el caso de los multifamiliares de pequeña escala, con terrenos de poco frente, se trata de un medio en el que no hay retiros laterales ni uniformidad en las alturas. Para no ser parte de esa masa, Domenack concibe sus edificios a partir de placas que diferencien los lotes de frentes pequeños, que haga flotar el techo, a partir de vigas o una caja, así consigue una construcción independiente de los lados. Ello es lo que se observa en Nicro, en el que añade balcones en volado que otorgan a la fachada la condición de movimiento. De igual manera, en el proyecto Picaflores, la fachada se compone por un marco, una caja para jugar con lo que se quisiera. Aquí, el arquitecto utiliza una gama de materiales básicos, concreto, piedra de Huancavelica y acero, y repite los balcones del proyecto anterior, aunque con un ligero cambio en el material de las barandas. Así también, en la Av. Floresta construye 4 edificios mediante el sistema de placas laterales. Sin embargo, destaca el proyecto Golf Plaza, en donde el área libre y el material son los protagonistas. Espacialmente, gira la curva para dar una sensación de abrazo, sin alguna reja, y la calle se introduce con muros con granito negro y con madera que genera una contrapunta, y que brindan una condición más amigable al muro ciego.
En el caso de las casas de playa, se observa una gran evolución en el empleo del material. Al tratarse de un entorno más libre, con más opción a la experimentación por el reglamento y la particularidad de los terrenos, construye proyectos como Casa PL. Aquí, introduce la madera como un techo sostenido por columnas delgadas que contrasta con el fondo de concreto de la casa. Ello tiene sentido, pues al tratarse de una casa de playa se requieren de espacios umbral. A su vez, Domenack entiende la estructura que se necesita para realizar los quiebres de la casa, dado por el terreno: una volumetría complicada pero bien entendida. Ello se evidencia en la Casa D. Aquí, el arquitecto introduce techos colgantes de tipo sol y sombra con doble policarbonato, y colgado por tirantes de acero inoxidable, de manera que ya no es la madera con sus columnas, sino un techo que se prolonga por sobre el espacio y compone una visual más clara del horizonte. Finalmente, mediante la opacidad, densidad o ligereza de los materiales, Domenack puede brindar sombra, cerrar los frentes de la calle, y abrirse espacialmente hacia el mar, siguiendo las lógicas de Puruchuco, espacialmente.
Finalmente, en el caso de las casas tipo hacienda, se observa nuevamente la evolución de su pensamiento. Desde la Casa Vera en al que comenzaba a implementar el color en sus muros, y en la que buscaba la economización de la construcción, al no ser viable el ladrillo caravista por su costo, el arquitecto busca la introducción de nuevos materiales. En la Casa D, inserta el elemento metálico, que ya se observaba en la Casa W, así como la combinación de color, vidrio, concreto y acero, a partir de los elementos que vuelan.. Así también, se dan proyectos como la Casa BK, en colaboración con el arquitecto Takahashi, donde la estructura de madera y el sostener una luz de enormes dimensiones es fundamental, sobre todo por el espacio que genera, y el techo que se adentra. Finalmente, la Casa CF en La Planicie, es el culmen, al día de hoy, de una obra que cada día evoluciona respecto al anterior. Aquí, se observa el juego volumétrico, el ingreso de la luz cenital, así como la importancia del material. El recorrido es muy rico, desde el ingreso, la subida por la escalera, atravesar el puente; sin embargo, para que esto sea posible, Domenack es consciente del cómo realizarlo, ya sea las luces, las alturas, así como los elementos que componen el espacio.
Finalmente, lo que hoy observamos de su obra reciente es el resultado de 50 años de trayectoria profesional, el resultado de un pensamiento autónomo y autodidacta, en una constante búsqueda por la experimentación y por el llevar al máximo los conocimientos del material. En ese sentido, su obra puede ser considerada orgánica, pues lleva implícitos conceptos de Lloyd Wright o Hugo Haring. Es orgánico, pues presenta un entendimiento del material y las capacidades y esfuerzos estructurales que este admite. Cabe resaltar que la forma resultante no
es un formalismo, sino la expresión de la naturaleza del material llevada al máximo y entendida por el arquitecto. Tal como sucede con Haring, Domenack construye desde la naturaleza de las cosas, pues busca que lo construido tenga la forma que quiere y debe tener, una forma no impuesta. Así, en todos sus proyectos, se observa una arquitectura rica en calidad espacial, pero no se trata solo de ideas formales, sino constructivas y formales. Este es un camino propio, con similitudes a los observados antes, como Takahashi en lo constructivo, o Cosmópolis en su formación en la universidad, o como Nómena y su aprendizaje fuera de esta. Sin embargo, es único y valorado en el medio peruano, en el que se goza de tanta opción material, que vale la pena conocer las cualidades de cada uno de estos, para poder aplicarlos en la arquitectura.
Junio 2022
Escrito por: Diana Mamani
Resulta curioso hablar de obra reciente, cuando esta corresponde a la obra total del estudio – empresa de arquitectura – NÓMENA. Quince años de ejercicio profesional con un enfoque joven, distinto y novedoso al que estamos acostumbrados a observar en la arquitectura del Perú. Diego Franco, Héctor Loli, Moris Fleischman y Jorge Sánchez lideran el equipo, pero NÓMENA es mucho más que las individualidades que lo conforman. En ese sentido, NÓMENA es el trabajo colaborativo, las ideas del conjunto y la reflexión pocas veces consensuada entre sus miembros para lidiar con la realidad peruana. Para entender su obra, esta se revisará desde antecedentes como el “American Way of Life” en su formación; “con-posiciones” y búsquedas; lo singular, abarcado desde las ideas; de lo singular a lo genérico, entendido como la investigación de lo real; lo genérico, entendido como el “sacarle la vuelta” a lo real; y, por último, una identidad en construcción.
El ”American Way of Life” se ha expandido ampliamente a lo largo del mundo, impactando en gran proporción en la manera en que se desarrollan las ciudades. El Perú no ha sido ajeno a tal expansión, específicamente si se habla de formación universitaria en el campo de la arquitectura: la profesión para proyectar ciudad. Formados en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), la arquitectura que aprendieron no se muestra con una sensibilidad exacerbada por el entorno, ni representa una búsqueda profunda por encontrar un concepto en relación al medio natural o al material. En dicha universidad de espíritu norteamericano neoliberal, aprendieron diversas ramas de arquitectura, sobre todo orientada al comercio y la gestión. En este desorden de múltiples ensayos aprehendidos, aprenden a hacer frente a la realidad, partiendo de ella para resolver los problemas que la afectan. Así nace Nómena, sin una arquitectura de autor, sin una estructura clara y con muchas dudas.
Haber estudiado en la UPC estimuló la objetividad y frialdad al momento de enfrentar la realidad en la arquitectura. Así, con apenas tres años de egresados, y con total seguridad, NÓMENA publica su primer libro “Con-posiciones”. Tal hecho resulta peculiar con escaso ejercicio profesional. El libro es una recopilación de entrevistas y relatos a las grandes personalidades de la arquitectura peruana. Dichas entrevistas y trabajos conjuntos con personajes como Enrique Ciriani afianzaron el conocimiento de los arquitectos y abrió nuevas posibilidades para su ejercicio profesional, sin definir del todo una identidad propia. Así mismo, tal como lo fue dicha experiencia, el viaje que realizaron los cuatro miembros a visitar las obras de los grandes maestros en Alemania, Suiza y Francia sirvió para continuar en la búsqueda de lo singular de su arquitectura.
Podemos considerar la obra de NÓMENA como singular, pues integra ideas particulares en el campo netamente arquitectónico: conceptos espaciales y de atemporalidad. En la Capilla de Piedra en Cieneguilla, a partir del recorrido, integran diversas ideas singulares como el hecho de delimitar un recinto; brindar una experiencia de lo religioso desde el silencio y abstraer el contexto. El proyecto es la búsqueda de una propia arquitectura coherente, con distintas intenciones a partir de la integración de particularidades corbusianas, como las medidas de “el modulor”. Así mismo, Morphology es otro de los proyectos a rescatar. A manera de edificios de usos mixtos, integra ideas de los grandes maestros revisados previamente. Integra el concepto de recorrido tal como lo evidencia el Guggenheim de Frank Lloyd Wright: recorrido que remata en una cafetería y que hace posible caminar el edificio sin cruzar los espacios privados. Así también, dentro de las ideas singulares, se encuentra la Casa Archipiélago en Vichayito, un entorno desértico abstracto. Aquí, la idea fue descomponer la casa y que su habitar se torne atemporal considerando ideas como aprovechar el entorno y la vista de 360°, y la presencia de interiores austeros con la posibilidad de albergar usos diversos en las pequeñas islas.
Dentro de lo que consideran singular, es importante mencionar los colegios que realizan. En ese sentido, el proyecto del Colegio Villa lleva intrínseco la idea de transgredir el límite físico que separa el colegio del espacio exterior. Así, con una volumetría pura y un vacío central, se evidencia la apertura espacial de los espacios de la primera planta hacia la calle. Sin embargo, su obra va mucho más allá del Perú, pues en Bogotá han construido un colegio en Sierra Morena, en donde con una estrategia similar a las bibliotecas de Medellín, se busca que el
colegio sea a su vez un equipamiento y un ente de regeneración urbana: por un lado, con aulas, y por el otro con losas deportivas y laboratorios. En esa misma línea, se vienen construyendo dos colegios más de su autoría en Colombia, así como en el norte del Perú. Finalmente, con una idea empresarial que subyace su arquitectura, Nómena observa aquellos aspectos en los que sus proyectos han funcionado y aquellos en los que no, para así mejorarlos o repetirlo y que estos tengan repercusiones en los futuros proyectos.
El punto de bisagra entre lo definido como singular y lo genérico es la investigación y el aporte académico de Lima que realiza Nómena. Así, ello parte del análisis de los tipos dominantes a lo largo de la historia de la ciudad definiendo y clasificando, así en la Lima colonial a los callejones, quintas, casas antiguas. De manera que, observaban una correspondencia entre tipo de edificio y modelo de ciudad. En la modernidad, clasifican como tipos dominantes a los edificios entre linderos, que no crecen tanto en altura, pero en el que la ciudad ha comenzado a seguir la lógica de lotes y admitirlos profundos y de medianeras. Finalmente, en el análisis de la Lima de ahora, destacan la verticalización y el paisaje urbano contemporáneo distópico, con la regeneración de los tipos básicos y la predominancia de medianeras ciegas y la degradación de la habitabilidad.
Lo genérico, en busca de repensar la ciudad y aquellos pensamientos rescatados de su obra académica, se refiere a su intento por lidiar con los proyectos más duros en el rubro del mercado inmobiliario, enfrentándolos a la realidad. En ese sentido, su obra es pragmática, pues reconocen la importancia de la realidad, pues de ella parten: no se avocan a las desventajas de la situación peruana, sino a las ventajas que esta propone. Sin restricciones, se le considera pragmática, pues dan vuelta a la realidad a partir de ella misma. Ello se evidencia en proyectos como Lateral y 320, en los que persisten ideas como las de trasgredir los límites entre privado y público. Así también, se concibe este edificio potenciado por su entorno exterior; y se trata de buscar materiales que aporten una mejor vida útil al edificio. Desde el punto de vista tipológico, aún persiste la búsqueda de la espacialidad, rescatada de su obra “singular” como dobles alturas, terrazas, la relación edificio calle, y lograr que la calle se adentre al proyecto, que se construya la transición, con un particular recorrido arquitectónico.
En el proyecto particular del “Condominio Mambo” se evidencia la obra genérica de la que hablan. Así, este se torna un pedacito de ciudad dentro de la ciudad. En el antiguo aeródromo de Collique, y un lugar privilegiado con un potencial desarrollo de vivienda, se busca realizar una obra disruptiva. El proyecto se desarrolla a partir de medias manzanas, e integra ideas que recogían de los grandes maestros, así como de sus mentores. Resulta particular el uso de calles aéreas que median la transición de espacios colectivos a espacios intermedios, con una clara referencia a Ciriani en San Felipe. En la misma línea, se concibe el edificio desde el tipo, tanto en los dúplex como en los flats, evidenciando así la diversidad de ideas e influencias que consideran para hacer un proyecto.
Después de haber revisado todas aquellas ideas, investigaciones y su aplicación conjunta para enfrentar la realidad, queda la duda ¿cuál es la identidad de NÓMENA? Se identifican muchos caminos e ideas, y muchas maneras de resolver pequeños aspectos de realidad; sin embargo, distinto del caso de Takahashi, Susel, o Ruth, no se identifica una identidad en la obra arquitectónica de Nómena. Su volubilidad, indefinición y una estructura poco clara resulta adecuada en el medio peruano, sobre todo si se habla de la informalidad y el escaso sentimentalismo de los peruanos al construir, buscando la eficiencia máxima y las máximas ganancias. He aquí un punto de comparación a la escuela de Chicago, pues comprenden la magnitud de lo que significa construir la sociedad peruana; comprenden el ferviente entusiasmo empresarial por el progreso y las ganancias económicas; y en respuesta a ello, su arquitectura trata de expresar estas necesidades en los edificios que proyectan. Finalmente, como la obra de Sullivan en Norteamérica, la obra de Nomena en el Perú puede ser considerada orgánica. Sin embargo, no es la misma organicidad que presentaba la obra de Ruth; aquí, se trata de que el edificio proporcione diferentes respuestas formales a las necesidades del cliente, de la empresa, del ciudadano peruano informal, generando una propia estética: una arquitectura que expresa la vida que alberga.
Se trata de una nueva generación de arquitectos, los cuales rompen los esquemas que la arquitectura del siglo pasado consideraba como “correctos”. Si bien sienten la misma pasión que todos los arquitectos por visitar la buena arquitectura y emocionarse con la obra de Siza, Kahn o Salmona, son objetivos y fríos para realizar un proyecto que, principalmente, funcione en el Perú. Finalmente, como claro signo de adaptación, hoy Nómena puede ser una cosa, pero mañana otra distinta, siempre en búsqueda de una arquitectura que otorgue una buena calidad de vida.
Mayo 2022