Mi acercamiento a la obra del arquitecto Málaga empezó en mis épocas de egresado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Ricardo Palma, a inicios de los años 90, a partir de la admiración de sus edificios construidos, edificios que llamaban mi atención por la libertad que establecen en relación a sus trazos y formas, además de su atención al diseño arquitectónico. Visitar el Museo de Ancón, allá por el año 1995, fue una experiencia que me sigue confrontando al uso de la luz como material. Caminar por el espacio urbano del complejo Paseo Prado, apreciar el diseño de su escalera y la impronta del muro cortina, me confrontó a pensar en la delicadeza del diseño de su fachada y la revelación de su forma en un edificio en altura. Admiré también el perfil escalonado del edificio San Gabriel, con su trabajo de ladrillo y concreto. Cada edificio me abría un horizonte en relación a mi futuro como arquitecto y la posibilidad de hacer una mejor arquitectura en mi ciudad.
Esa admiración se hizo más intensa cuando, junto con Patricia Llosa, recibimos su reconocimiento como jurado en el concurso de la Biblioteca FACI en la Pontificia Universidad Católica del Perú, en el cual obtuvimos el primer premio. Presentamos un edificio enigmático que intuyo solo el arquitecto Málaga supo leer, desde su sensibilidad ante la forma totémica y el espacio introspectivo que proponía. Sin embargo, lo que estableció para mí un acercamiento más tangible fue la donación de su fondo documental al Archivo de Arquitectura PUCP, que realizó en el año 2021.
Entonces pude desarrollar mi interés de estudiar su obra desde el archivo y, así, entender la importancia del mismo para construir linajes o filiaciones con los arquitectos y arquitectas que han sabido evidenciar lo que significa hacer arquitectura en un país, territorio y cultura como los nuestros. Reconocerlos es un compromiso personal que afirma la calidad arquitectónica milenaria presente en nuestro territorio, que el Archivo de Arquitectura bien sabrá resguardar.
Durante el año 2022, cada viernes por la mañana, pudimos revisar junto al arquitecto Málaga algunos de sus proyectos, que yo elegía de manera libre. Era una inmersión en los documentos que se revelaban en la mesa de trabajo, y que suscitaban conversaciones sobre cada plano o dibujo realizado como parte del proceso de desarrollo de sus ideas. Ahora, a la distancia, puedo recién comprender la dimensión de las reflexiones que allí pudimos compartir: en ese momento, mi postura descansaba solo en la razón como medio para entender cada uno de los trazos e ideas arquitectónicas que aparecían en los dibujos y bocetos que revisamos.
Al pensar en cómo abordar esta exposición en la galería virtual, sentí que mi aproximación al entendimiento de la obra de Guillermo Málaga, en aquel año en que compartimos la revisión de su fondo documental, era socrática, y que sus respuestas a mis preguntas o comentarios sobre sus decisiones arquitectónicas habitaban una esfera pulsional e intuitiva que en ese momento yo no podía comprender. Esta exposición espera acercarse desde una mirada libre a una interpretación del entorno que ha permitido al arquitecto Málaga proyectar como lo hace, así como a las posibilidades de seguir aprendiendo de su obra.
Rodolfo Cortegana
Lima, Noviembre 2023.
AGRADECIMIENTOS
En primer lugar, quiero agradecer la generosidad del arquitecto Guillermo Málaga por permitirme compartir sus reflexiones en el proceso de revisión de sus proyectos.
A Michelle Llona, Guillermo Guevara, Oscar Borasino, José Miguel Victoria y Germán Beingolea por las conversaciones con respecto a la obra y la amistad con Guillermo Málaga.
Al equipo del Archivo de Arquitectura PUCP por el apoyo y el trabajo realizado a lo largo de este proceso, especialmente a Lucía Weilg y Marlie Valdivia.
Por último, a mis amigos y amigas arquitectas por las conversaciones llevadas en el transcurso de este proyecto: Patricia Llosa, Ruth Alvarado, Marta Morelli, Sebastián Cilloniz, Ricardo Huanqui, Paulo Dam, José Luis Villanueva, Manuel Cuadra, Pedro Belaúnde y Erika Parodi.