El anterior párrafo de Diego Sánchez Meca sobre el itinerario intelectual de Nietzsche me permitió entender mejor las conversaciones que tuve con el arquitecto Málaga, lo cual me permite ahora acercarme a su obra desde una afirmación vitalista sobre cómo sentir y vivir la arquitectura.
Las pulsiones o instintos son dispositivos variables que se forman a partir de determinadas condiciones históricas y de su evolución. O sea, son el resultado de un aprendizaje, y de un condicionamiento determinado por la cultura y el proceso de socialización. En suma, los instintos son algo que se ha construido y, por lo tanto, son variables; no son principios ontológicos innatos, los mismos en todos los seres humanos (Sánchez 2018). Al afirmar una condición vitalista al proyectar, entiendo que estas pulsiones y acciones son el resultado de introducir en el propio cuerpo, como dice Nietzsche en Humano, Demasiado Humano (1985), formas muy básicas de valorar o estimar, o sea, de sentir atracción o repugnancia ante determinadas acciones o ideas.
Michel Onfray nos recuerda que el ser humano, en el tránsito de su condición de individuo a sujeto, se imanta a un sinfín de condiciones que en parte definen su quehacer en el mundo: “el sujeto es siempre sujeto de algo o de alguien” (2011: 37). ¿A qué está sujeto el arquitecto Guillermo Málaga? Quiero pensar que está sujeto al Perú, y que esa condición le permite problematizar lo arquitectónico más allá del relato que la historia ha generado respecto de los edificios o la validación que se otorga desde los medios.
En ese sentido, se hace cargo de esa especificidad disciplinar de la arquitectura y no la delega al sentido común que ronda la escena de su tiempo. Málaga está entonces sujeto a lo arquitectónico, a la materia y al material, y se aleja de relatos metafísicos o extra arquitectónicos que muchas veces se imponen, como dogmas, para validar el sentido de la disciplina. Sus obsesiones se nutren de lo constructivo, y sus respuestas en el diseño de cada elemento son reflexiones que forman parte trascendente de la totalidad del conjunto.
Su cercanía a la cultura y arquitectura inca está también sujeta a las técnicas que emplea en el trabajo de la piedra, y la constitución del muro que sostiene al andén y a su vez construye el paisaje andino. Se asombra ante las tecnologías prehispánicas que pudieron transformar el material y las introduce en sus edificaciones, de forma que devela las complejidades de lo que ello significó para las personas que las idearon. Además está sujeto a la cultura, a la arquitectura como fenómeno cultural y como producción de cultura en nuestro país, lejos del bullicio mediático referencial que relativiza su valor.
Málaga tiene mucha confianza en su subjetividad, en desplazarse a su condición más individual en el momento de proyectar; no le es odioso, como en la tradición académica actual. Explora su autobiografía personal al momento de aproximarse al proyecto arquitectónico. Quizás esa confianza sea fruto de su formación, al inicio de la segunda mitad del siglo XX, en la Universidad de Notre Dame, en los Estados Unidos, bajo el rigor de docentes que establecieron acorde a los principios de la Bauhaus su aproximación a la arquitectura. La fe en el progreso, la concepción de la construcción como un horizonte formativo en el entorno de la Revolución Industrial, y el colocar a la profesión al servicio de las necesidades de la vida cotidiana fueron las ideas que impregnaron la mirada hacia la disciplina del joven Málaga. Por otro lado, su paso temprano por la Universidad de Huamanga, donde desarrolló proyectos de puesta en valor en algunos edificios institucionales en el centro de la ciudad, situó su acercamiento al mundo de la arquitectura andina en un espacio profesional.
El proyecto del edificio Cuzco Azángaro demuestra un arraigo en la arquitectura precedente, pero al mismo tiempo es testimonio de su apuesta por la utopía urbana que se manifestaba en ese momento en el crecimiento del centro histórico de Lima. No significaba renunciar a su compromiso con las arquitecturas que allí habitaban, que representan parte de nuestro patrimonio arquitectónico. El uso innovador de una viga Vierendeel para la resolución del volado sobre la cota patrimonial demuestra al mismo tiempo la obsesión por la invención y el respeto por el entorno.
El arquitecto Málaga, respecto del ordenamiento del programa y la funcionalidad de los edificios, es implacable. Pareciera que luego intenta desmontar desde algunas disonancias espaciales eso que ha creado con tanta rigurosidad. Su arquitectura tiene varias capas, que develan sus decisiones de proyecto. Quizás las capas más conscientes sean la organización de la planta y, con la misma intensidad, el acercamiento al detalle constructivo.
Sobre la actitud de Málaga respecto de la arquitectura desde el diseño arquitectónico, creo pertinente un término que emplea Michael Onfray para referirse a la universidad popular: el “elitismo para todos”. Al respecto, afirma que “El oxímoron parece pertinente más allá del efecto de desestabilización inmediatamente producido: el ‘elitismo’ supone un público limitado […] una reducción solamente a los mejores, al pequeño número de los elegidos; ‘para todos’ expresa expresamente lo contrario: no hay exclusividad […] ¿Cómo entonces, cabe proponer un ‘elitismo para todos’? Pues bien, proponiendo lo mejor a las mayorías, sin concesión (2008: 139). En ese sentido, para Málaga no es negociable la defensa del mejor diseño posible en cada proyecto que realiza, ni admite concesiones respecto de la lentitud que requiere la arquitectura y su proceso. Siempre en la búsqueda de la mejor solución, desde el diseño de un pequeño ingreso al edificio del Club Nacional en el Centro de Lima, pasando por un depósito para materiales en una esquina de la avenida Tomás Marsano, hasta el diseño de una lámpara con la cual permitir el ingreso de luz en una casona arequipeña, la arquitectura encuentra el tiempo necesario. Quizás nuestra disciplina tenga más que ver con los deseos que con las necesidades, y ese es el campo en el cual Málaga nos confronta con sus ideas.
Más allá de las sujeciones que busco en él, reconozco en Málaga la condición de ser un espíritu libre al proyectar, que aunque no está sujeto a los dogmas de valoración de su época, desarrolla los principios técnicos y la idea de progreso de la modernidad. Nietzsche (1985) llama “espíritu libre” a quien piensa de manera distinta a lo que se esperaría atendiendo a sus orígenes, su entorno, su posición social y su oficio, o a las opiniones reinantes en su tiempo. El espíritu libre es la excepción. Málaga habita la modernidad libremente, desde lo póstumo, es decir, desde un recuerdo agradable de lo que fue el movimiento moderno, pero no en sentido dogmático ni acorde la línea planteada por lo posmoderno, sino más bien con la libertad de sentirse sujeto a sus vivencias en el Perú como experiencia arquitectónica.
En ese sentido, el Perú siempre ha estado presente en Málaga, como un imaginario inagotable, cuya inmensidad de materia y material alimenta, a través de su sensibilidad particular, una postura filosófica que podríamos llamar “materialismo hedonista”. Existe en él un impulso materialista que quiere reconciliar lo arquitectónico que habita el Perú con el aquí y el ahora; su intuición ilustrada le otorga confianza al proyectar, y le permite conservar su libertad y su autonomía. Por otro lado, existe un aspecto de profunda reflexión en su obra, que se manifiesta en su voluntad por mantener la sencillez, esa parte de su personalidad que acompañó nuestras conversaciones en los momentos más intensos, en los que mi razón quería comprender una decisión arquitectónica. Este resuena también en sus colaboradores, como el arquitecto Guillermo Guevara, quien me comentó que ante un problema de diseño su respuesta era siempre la frase “mantén la sencillez”. Quizás ninguna idea es tan compleja que no sea posible expresarla desde soluciones arquitectónicas más sencillas, fundadas en la observación de lo más intrascendente o cotidiano en nuestras arquitecturas, e incluso en la intuición.
En su libro Las Radicalidades Existenciales, Michel Onfray, refiriéndose a la vida sencilla de David Thoreau, afirma que “Los sentidos no son igualmente competentes en todas las personas; es necesario educarlos, administrarlos, trabajarlos a fin de poder disponer de excelentes instrumentos de precisión. El examen de las cosas no basta; hay que contemplarlas. Observar mucho tiempo, largamente, suspendiendo el tiempo, permitir llegar a ver. Lo real se amaestra, hay que ser paciente para acceder a la verdad de las cosas” (2017: 83).
Por último, como parte de este acercamiento libre a las pulsiones que mueven al arquitecto Málaga al diseñar, no quiero dejar de lado las conversaciones que se tuvieron lugar en el contexto de los paseos con estudiantes. Espacios generosos, en los cuales nos compartió las ideas que rondaron algunos de sus proyectos, así como las frustraciones producto de las intervenciones innecesarias por parte de los usuarios en otros.
Existe una vivencia intensa en la arquitectura de Guillermo Málaga, palpable en cada detalle de sus edificios, y en la obsesión que compartía con dos de sus amigos entrañables, también arquitectos, José García Bryce y Miguel Ángel Llona.
Bibliografía
NIETZSCHE, Friedrich Wilhelm
1985 Humano, demasiado humano. Madrid: EDAF.
ONFRAY, Michel
2008 La comunidad filosófica. Manifiesto por una Universidad Popular. Madrid: Gedisa.
2011 Política del rebelde. Barcelona: Anagrama
2017 Las radicalidades existenciales: Contrahistoria de la filosofía VI. Buenos Aires: El cuenco de plata.
SÁNCHEZ, Diego
2018 El itinerario intelectual de Nietzsche. Madrid: Tecnos.
[1]
Nombre: Museo de Ancón. Decodificación.
Autor: Jhon Carrasco.
Año: 2023
Fuente: Material elaborado en el curso “Lo arquitectónico en la obra de Guillermo Málaga” a cargo del profesor Rodolfo Cortegana.
[2]
Nombre: BCP Huancavelica. Vista exterior.
Autor: Desconocido.
Año: c. 1974
Fuente: Fondo Documental MÁLAGA, Archivo de Arquitectura PUCP.
[3-4]
Nombre: Molicentro. Espacio interior.
Autor: Desconocido.
Año: c. 1980
Fuente: Fondo Documental MÁLAGA, Archivo de Arquitectura PUCP.
[5]
Nombre: BCP La Oroya. Vistas exteriores.
Autor: Desconocido.
Año: Desconocido.
Fuente: Fondo Documental MÁLAGA, Archivo de Arquitectura PUCP.
[6-7]
Nombre: Edificio Cusco Azángaro. Vista exterior.
Autor: Desconocido.
Año: c. 1976
Fuente: Fondo Documental MÁLAGA, Archivo de Arquitectura PUCP.
[8]
Nombre: BCP Huancayo. Vistas exteriores.
Autor: Desconocido.
Año: c. 1969
Fuente: Fondo Documental MÁLAGA, Archivo de Arquitectura PUCP.
[9]
Nombre: Caballeriza.
Autor: Desconocido.
Año: c. 1991
Fuente: Fondo Documental MÁLAGA, Archivo de Arquitectura PUCP.
[10]
Nombre: Luveja. Vista exterior.
Autor: Desconocido.
Año: c. 1981
Fuente: Fondo Documental MÁLAGA, Archivo de Arquitectura PUCP.
[11]
Nombre: Paseo Prado. Vista exterior.
Autor: Desconocido.
Año: c. 1995
Fuente: Fondo Documental MÁLAGA, Archivo de Arquitectura PUCP.
[12]
Nombre: Paseo Prado. Detalle de fachada.
Autor: Desconocido.
Año: c. 1995
Fuente: Fondo Documental MÁLAGA, Archivo de Arquitectura PUCP.
[13]
Nombre: Edificio Casa Arequipa. Vista interior.
Autor: Desconocido.
Año: c. 2005
Fuente: Fondo Documental MÁLAGA, Archivo de Arquitectura PUCP.
[14]
Nombre: Edificio Casa Arequipa. Escalera y pasamanos.
Autor: Desconocido.
Año: c. 2005
Fuente: Fondo Documental MÁLAGA, Archivo de Arquitectura PUCP.
[15]
Nombre: Edificio Casa Arequipa. Pasamanos.
Autor: Desconocido.
Año: c. 2005
Fuente: Fondo Documental MÁLAGA, Archivo de Arquitectura PUCP.
[16]
Nombre: Edificio Casa Arequipa. Gárgola y lámpara.
Autor: Desconocido.
Año: c. 2005
Fuente: Fondo Documental MÁLAGA, Archivo de Arquitectura PUCP.
[17]
Nombre: Recorridos con el arquitecto Málaga.
Autor: Lucho Ascue.
Año: c. 2005
Fuente: Lucho Ascue.
[18]
Nombre: El arquitecto Málaga y amigos.
Autor: Sofía Rodríguez Larraín.
Año: c. 2011
Fuente: Sofía Rodríguez Larraín.
RODOLFO CORTEGANA (1967) es arquitecto por la Universidad Ricardo Palma, y Magister de Museología por la misma Universidad. Es docente en la Pontificia Universidad Católica del Perú desde el año 2002. Su interés está centrado en relacionar las reflexiones en el campo de la docencia con la práctica profesional. Desde el año 2021 viene investigando la obra del arquitecto Guillermo Málaga desde el archivo de Arquitectura PUCP, del cual forma parte desde el 2023-2.
En el 2005, junto a Patricia Llosa, fundan el estudio LLOSA CORTEGANA arquitectos, luego de haber ejercido algunos años de manera independiente. Llosa Cortegana arquitectos plantea su práctica como un espacio para la reflexión profesional, realizando múltiples proyectos de vivienda unifamiliar, edificios culturales, expositivos y de educación, entre otros. Han sido reconocidos con diversos premios nacionales e internacionales, entre los que destacan el Hexágono de Plata en la XVII Bienal Nacional de Arquitectura, Urbanismo y Artes del Perú en el 2016, la elección como Finalista en el Premio MCHAP del ITT College of Architecture en Chicago, USA en el 2016, el Primer premio en la XX Bienal de Arquitectura de Quito en 2016, el Premio ODA 2017 y el segundo lugar del premio Oscar Niemeyer en 2018.
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