Atrás
Historia y Teoría de la Arquitectura 3
APU 3: ARQUITECTURA, PAISAJISMO Y URBANISMO
ARC240 / HORARIO 802
Manuel Cuadra

«Historia» es el relato construido a partir de las respuestas que el pasado da a las preguntas que le planteamos a partir de nuestro aquí y nuestro ahora.

En este sentido, el curso ofrece una visión propia y actual de lo global y de lo local: un relato histórico que integra lo universal y lo peruano. 

Una visión histórica así exige aplicar los mismos criterios a «lo universal» y a «lo peruano». Estos criterios a su vez se refieren a los temas que ocupan a la humanidad en el mundo contemporáneo: las respuestas que la historia da a las preguntas que le planteamos contribuirán a desarrollar caminos contemporáneos consistentes.

Los temas centrales se resumen en la continuación del desarrollo científico, técnico e industrial propio de la Era Industrial, que, acompañado de una generalización del American way of live, genera los desequilibrios sociales y económicos, ecológicos y culturales propios del mundo contemporáneo. 

Se trata pues de aproximarse a estos temas a partir de la arquitectura, de la ciudad, del paisaje: leyendo la ciudad como una expresión de la sociedad que la construye y habita; entendiendo el paisaje cultural como una expresión de la relación de esta sociedad y su forma de vida con la naturaleza; y reconociendo la arquitectura como síntesis de la organización social y cultural, así como de la relación que establecemos con la naturaleza. 

Paisaje cultural, ciudad y arquitectura constituyen conjuntamente el medio ambiente tal como es vivido por la sociedad y el individuo. Su estudio permite un entendimiento actual de la arquitectura y el pensar e imaginar su proyección al futuro.

TEXTO: SOU FUJIMOTO: NOT AN OBJECT, BUT A FIELD OF RELATIONSHIPS / Diana Mamani

Desde la arquitectura, Sou Fujimoto revela un modo de vivir alternativo para la humanidad. Mediante la afirmación “Not an Object, but a Field of Relationships”, expone un pensamiento y una visión que reconoce qué es lo que necesitamos verdaderamente: nuestra propia naturaleza. Para él, no se trata de objetos arquitectónicos, sino de cómo las relaciones que estos generan espacialmente nos permiten volver a nuestras raíces humanas, armonizar con nuestras necesidades más profundas y reconectar con el paisaje natural. Para entenderlo, la argumentación que propongo considera los siguientes temas: el modo de vida y la arquitectura de hoy, la memoria de un buen vivir, la manifestación de este en los inicios de la ciudad, y por último, el intento por volver a nuestros orígenes a partir de relaciones desde la arquitectura, urbanismo y paisajismo. 

En una sociedad en crisis y con problemas de toda índole, el modo de vida y la arquitectura de hoy juegan un papel importante. Se presenta ante nosotros una arquitectura que precede lo que podría ser el fin del paisaje. Retratado en las fotografías de Alex MacLean, se ha deteriorado la relación que tenían las intervenciones humanas y urbanas con el paisaje. Particularmente el caso norteamericano muestra una forma de vida a partir de autopistas, ciudades mono funcionales, suburbios y casas soñadas: una ciudad altamente consumista. Sin embargo, si se entiende que la congregación de una sociedad y la forma de ocupar el territorio es la expresión y representación física de la condición y los ideales humanos, entonces este caso particular refleja los ideales de una sociedad que ha olvidado su dimensión ética y humana, anteponiendo sus ansias consumistas a la preservación del paisaje: un Way of Life en disociación con el paisaje, que como lo presenta Fuksas y diversos artistas durante los últimos años se viene esparciendo como un modelo a seguir por el mundo. Frente a ello, ¿qué podemos hacer desde la arquitectura? 

Ante tal cuestión, la obra de Fujimoto lleva en sí misma la memoria de un buen vivir en el origen de la humanidad, expresada artísticamente en perspectivas e ideales de Lucas Cranach y Jean Gougon. ¿Cómo fue y cómo podría ser el mundo? Entre los grabados de Gougon, divisamos un pensamiento profundo sobre los orígenes y el desarrollo de la vida en el paisaje a lo largo del tiempo. Muestra en ellos al ser humano comenzando a habitar el paisaje, luego, un modo de vida en movimiento, y por último la configuración de espacios a partir de las necesidades y este modo de vida. Así, se observa un paisaje natural que se construye y se transforma en un paisaje cultural, donde lo natural sigue presente, pero que el ser humano va haciendo suyo a través de su habitar. 

Un buen vivir ideal que se ha manifestado en la constitución física espacial orgánica de ciudades de la antiguedad: desde la Antigua Grecia hasta las ciudades medievales. Estas nos revelan un claro entendimiento de la condición y de las necesidades más profundas de los seres humanos. De esta manera, reconozco en Siena la expresión urbanística del modo de vivir del hombre con el paisaje natural, cultural y espiritual, pues aquí, en la Piazza del Campo, se manifiestan las relaciones a las que se remite Sou Fujimoro, relaciones que se generan en el espacio que la rodea, y que trascienden a la conciencia humana: una clara referencia al caso de Atenas en la que las relaciones orgánicas en el espacio determinaron el orden natural en la ciudad: la Acrópolis y el Ágora. 

En ese sentido, creo que es fundamental buscar hoy una arquitectura que considere como articulador del diseño a las relaciones humanas posibles en el espacio, a partir de los sistemas y materiales de hoy, considerando la intensificación de los problemas del siglo XX. Por ello, Sou Fujimoto es, para mi, la representación de un arquitecto que propone una nueva manera de pensar y concebir arquitectura, mediante la cual propone alternativas diferentes al modo de vivir normalizado. Particularmente en la casa K, la experiencia en ella hace memoria a la vida en los grabados de Gougon, ya sea a través de recorridos impredecibles o a través de una arquitectura que responde a situaciones complejas e inesperadas en el habitar. Con una mirada retrospectiva al pasado, su obra integra elementos naturales y artificiales; y conjuga historia, realidad, paisaje y espíritu humano en uno solo. 

De manera similar, durante el siglo XX, arquitectos como Le Corbusier llevaban implícita en su obra la relación con el paisaje y sus orígenes. Por ejemplo, en la casa Curutchet, genera situaciones similares a las de Fujimoto, a partir de un recorrido arquitectónico a través de rampas y columnas esbeltas que asemejan la experiencia a un entorno natural. Así también, la Filarmónica de Hamburgo, obra de Herzog & de Meuron, lleva en ella la relación con la historia y el contexto del lugar, pues conserva un volumen de depósitos característicos y desmonta sobre él una nueva arquitectura con nuevos usos, donde el pasado y el presente forman una sola unidad, pues ambos son parte del espíritu humano. Por último, Rem Koolhaas en la Embajada de los Países Bajos en Berlín pone en evidencia la relación entre pasado y presente, y arte y realidad, pues reconoce los problemas del presente, los asume, pero prioriza sobre ellos soluciones que construyen un paisaje a partir de la arquitectura, a través de un recorrido espiralado que rememora un buen vivir natural para sus usuarios. 

El Way of Life ha cambiado, pero aún persiste en el imaginario arquitectónico aquel recuerdo de libertad que expresa Cranach en su pintura: libertad a partir de las relaciones y situaciones entre el paisaje natural y la vida, en un nuevo paisaje cultural. Fujimoto es un claro ejemplo de ello, quien nos enseña que la tarea de los arquitectos no radica en volver a lo que era antes de la industria y el consumo e intentar desaparecerlo del imaginario común, sino enfrentar y desarrollar soluciones a los problemas de hoy, considerando el modo de vida y las relaciones del pasado entre el ser humano y la naturaleza; pues finalmente, la arquitectura no se trata del objeto físico, sino de las relaciones que este genera con su entorno: más ética y menos estética. 

TEXTO: LA ARQUITECTURA DEL BOULEVARD EN EL CONTEXTO HISTÓRICO Y URBANO / Claudia Peralta

El término boulevard, actualmente, empleado para definir a una avenida muy ancha, un espacio público que prioriza al peatón y el disfrute de la naturaleza con la presencia de árboles, así como de la arquitectura, con edificios multifunciones de vivienda y comercios a ambos lados de este. Originalmente fue utilizado para hacer referencia a las vías que conectaban las antiguas defensas de las ciudades medievales, las cuales se encontraban amuralladas para así evitar ataques enemigos. No obstante, tras la demolición de dichas murallas, el término y su connotación pasó del límite militar de París a formar parte de su circulación interna, siendo utilizadas como avenidas principales que articula la ciudad. 

Podemos afirmar que el boulevard con el pasar del tiempo ha ido adaptándose a su contexto para así poder responder adecuadamente a las necesidades que las ciudades y los requerimientos de sus usuarios en un determinado espacio histórico – temporal. Por lo que, ante esta primicia, se desarrollará cómo es que el boulevard ha sido empleado históricamente, no sólo como parte de un elemento urbano, sino también cómo es que ha mejorado la calidad de vida de las ciudades. Para ello, se desarrollarán tres puntos importantes: la revolución industrial como desencadenante de problemas en las ciudades históricas (salud, urbanismo, social, etc.) y como etapa de desarrollo; París como ciudad revolucionaria; y la influencia parisina en Lima. 

En primer lugar, se debe entender por qué la revolución industrial es el catalizador que desencadenó el desarrollo de los boulevard en las ciudades como una solución pragmática y estética a los problemas y carencias de la época. 

La revolución industrial, desarrolló e incentivó el uso de nuevas tecnologías; de las cuales se debe destacar la máquina de vapor, la cual permitiría el cambio del carruaje al automóvil (elemento que sería clave para el desarrollo y la adaptación de las ciudades a un ritmo de vida mucho más apresurado. A pesar de ser una etapa importante para el desarrollo, esta generó problemas principalmente ambientales con la poca ventilación e iluminación de los barrios hacinados, debido al uso de combustibles en las fábricas, los cuales contaminaban el aire; demográficos, las poblaciones habían duplicado o triplicado su número debido a la creación de la vacuna, permitiendo que incremente la tasa de natalidad y disminuya la de mortalidad así como la gran ola migratoria del campo a la ciudad); y sociales, con el surgimiento de la nueva clase obrera y su explotación laboral, junto a la mala remuneración, lo que generaría disconformidad y una lucha de clases. 

Ante la situación expuesta, se puede decir que la revolución industrial tuvo un alto impacto en todas las esferas, y que los problemas generados por la industrialización serían los factores claves que tendrían que ser solucionados por medio de una renovación urbana, para así poder afrontar a la nueva realidad. 

Ante aquellas problemáticas, la ciudad de París sería el principal ponente que los enfrentaría. La situación en París entre el siglo XVIII y el siglo XIX era alarmante porque presentaba problemas urbanos por la ola migratoria a la ciudad y la nueva densidad que trajo consigo a la que la ciudad no estaba preparada: calles angostas, poco ventiladas, con mínimo acceso a luz solar, falta de áreas verdes y un mal sistema de drenaje; problemas de salubridad, debido al mal sistema de alcantarillado, lo que propiciaba que las enfermedades se propagaran con facilidad, entre ellas el cólera (generando una epidemia en la ciudad); y sociales, debido a la lucha de clases generada por la falta de recursos urbanos y sanitarios que presentaban algunos puntos de la ciudad. Es por todo esto que Haussmann, en 1853, pone en marcha el plan urbano de París, el cual buscó solucionar aquellos problemas por medio de una nueva estructura vial (la cual estaría basada por una red de calles anchas y rectas, las cuáles conectarían los monumentos más importantes de París; además de arterias de circunvalación y radiales, que conectarían los distintos barrios), una nueva red de alcantarillado, viviendas (para estilizar la ciudad y generar homogeneidad) y la implementación de parques y áreas verdes. 

De todo el plan de París, se debe destacar la estructura vial, dentro de la cual, se encuentra el boulevard; el cual sería un elemento clave para mejorar el sistema vial medieval que presentaba la ciudad. Como bien se mencionó anteriormente, París presentaba calles angostas y oscuras debido a la falta de acceso a la luz solar, sin mencionar los problemas de saneamiento que existían en aquella época con la gran explosión demográfica en la ciudad; ante esta situación, se observa que existe una necesidad urgente de mejora, por lo que la decisión de ampliar las calles generando un boulevard era una respuesta apropiada; porque no sólo mejoraría la circulación peatonal y vehicular de la ciudad, sino también que permitiría la reactivación del lugar y brindaría una mejor calidad de vida al implementar una mejor red de alcantarillados y mejoraría la circulación del aire junto con el ingreso de luz solar a las viviendas aledañas, además de generar una reconexión con el paisaje natural y la implementación de espacios públicos en los que se incentivara la recreación. 

Para lograrlo, Haussmann decide demoler la mayoría de estas calles y algunas viviendas también para así poder generar lo que actualmente conocemos como boulevard; en donde la circulación considera como principal usuario al peatón, sin dejar de lado al automóvil. Un ejemplo, sería el boulevard de la Opera de Garnier, el cual permitió generar un nuevo eje a gran escala para la ciudad y generó una zona comercial y recreativa que fue diseñada a nivel urbano en la nueva escala de la ciudad, en donde las viviendas fueron modificadas, adaptadas y estilizadas para mejorar el recorrido visual del usuario; y se implementó un recorrido de área verde que permitiera la conexión entre lo urbano y natural. 

Como se puede apreciar, el boulevard en París permitió establecer nueves ejes importantes en la estructura vial, los cuales permitían una mejor articulación de la ciudad, en donde se buscó integrar ambas tramas: la vehicular y la peatonal. Además, el boulevard generaba espacios en los que los parisinos pudieran compartir la ciudad entre ellos, en vez de segregarla; y en donde se pudiera dar una revalorización al paisaje natural dentro del paisaje urbano. 

Por otra parte, la ciudad de Lima tuvo influencia de la ideología de Haussmann en París con respecto a la implementación de boulevard. No obstante, a diferencia de París, en donde se buscó integrar la ciudad por medio de estos y que pudieran resolver las necesidades y problemas existenciales de la sociedad parisina; estos fueron elaborados como una mejora de la ciudad como parte del pensamiento burgués de la élite limeña, el cual importa los ideales parisinos ante una aspiración de lo que debería ser la ciudad “moderna” de Lima. Dentro de estos, podemos encontrar al Paseo Colón, el cual generó un espacio iluminado y que a su vez pudiera conectar y compartir con la ciudad; este boulevard, al igual que en París, permitía conectar con puntos urbanos importantes, como es el caso de la Plaza Bolognesi, la cual se volvería la articulación vial del boulevard (como es el caso del arco del Triunfo en París). 

En conclusión, se puede decir que el boulevard es un elemento urbano que permite la reconexión de la vida urbana con su contexto y el paisaje natural, esto es porque no sólo permite revalorar la importancia de la conexión dentro de la ciudad, sino que también son un medio que permite generar espacios públicos en donde la recreación y las áreas verdes se vuelven un pilar importante para su funcionamiento; permitiendo que los usuarios que lo habiten o lo visiten, puedan obtener una buena 

calidad de vida, como fue el caso de París. Además, considero que actualmente, estos espacios en Lima son necesarios en algunas zonas urbanas porque permitirían mejorar la calidad de vida de sus residentes y la reconexión entre lo natural y urbano, que es tan necesario en nuestra ciudad. 

TEXTO: Arquitectura Orgánica – lo Natural en la Arquitectura / Marcelo Candia

¿De qué hablamos cuando hablamos de arquitectura orgánica? Personalmente considero que uno debe partir desde el entendimiento de la definición del término “orgánico”: lo que compone a los seres vivos. Es de esta manera que, a través de la Historia, uno puede darse cuenta de las búsquedas que se tienen para poder encontrarnos como seres humanos, seres orgánicos, a través de la arquitectura. 

Es indudable que las personas siempre nos hemos encontrado ligadas a nuestro entorno paisajístico natural, y a su vez, a través de su consumo o intervención, es que obtenemos nuestros medios para subsistir. De esta forma uno puede pensar que el desarrollo de la sociedad, el surgimiento de las ciudades, y en sí la aparición de la arquitectura, implican la alteración del paisaje natural y poco a poco nos han ido alejando de este, el hombre a través de la generación de estos nuevos paisajes artificiales se separa de lo natural, pero a su vez no puede evitar rememorar y querer regresar a ella. Podríamos poner como ejemplo situaciones como el arte, donde los pintores toman como inspiración la naturaleza para sus obras, espacios como los jardines del rey de Francia en el palacio de Versalles, la jardinería inglesa tratando de recrear el paisaje natural orgánico, entre tantas otras demostraciones. Mientras más se va desarrollando una sociedad, su construcción y su arquitectura, más añoramos el espacio natural. 

De esta manera uno va comprendiendo la necesidad de pensar la arquitectura de manera orgánica. Es que nos sentimos cómodos y realmente libres en espacios que son creados pensando en la vida de los seres humanos y que reflejan su existencia dentro de estos. El hombre comienza a exigir la presencia de lo orgánico en su día a día. Un espacio con la huella del ser humano dentro es un espacio que se deja vivir, esta ley refleja motivaciones similares a las que condujo el movimiento Arts & Crafts en su etapa. En mi opinión, más que representar un contramovimiento que reniegue de la tecnología y los avances del progreso de la industrialización, resulta un movimiento que busca concientizar sobre la necesidad de encontrar la marca del ser humano en todas las cosas, la importancia del mensaje reside en la comprensión de que lo bello resulta cuando lo humano es reconocible. 

Dentro de este marco, el Viejo Mundo a través de voces como las de Ruskin y Morris, Arquitecturas como la de Webb para la Red House, Robinson y Jekyll en la forma de diseñar sus jardines y el Urbanismo de Howard, genera sus propias búsquedas de cómo incorporar lo Natural a la vida de las personas. De esta manera se estudia las necesidades de su sociedad y se busca un diseño que esté de acuerdo a las personas dentro de esta, en este caso Ebenezer Howard resulta un claro ejemplo de cómo a través de la Garden City, proponía su propio entendimiento de la sociedad y sus necesidades: El hombre busca el progreso y requiere de la tecnología, pero el hombre también requiere de la naturaleza para el ocio y sentirse libre, entonces le debemos proporcionar una ciudad que incorpore a los dos juntos. De esta forma la ciudad refleja cómo vive la gente y lo que la gente requiere para sentirse en plenitud. 

Por otro lado, en el Nuevo Mundo, la búsqueda de lo natural queda reflejada de manera similar por Sullivan, pero similar en la concepción de la idea, no en el resultado. La escuela de Chicago comienza a comprender la magnitud de lo que significa construir una sociedad, y desde su arquitectura comienza a romper con la forma de vida europea. Lo norteamericano se comprende desde su ferviente entusiasmo por el crecimiento y la expansión, su interés en el individualismo, la riqueza y alcanzar el progreso, en respuesta a esto la arquitectura de la Escuela de Chicago va acumulando aprendizajes de cómo expresar estas necesidades en edificios. Con Sullivan se llega a entender de manera mucho más clara la necesidad de que el edificio proporcione diferentes respuestas formales a las necesidades del cliente, generando su propia estética. De esta manera habla Sullivan de lo orgánico en la arquitectura: «Es la ley de la cual todas las cosas orgánicas e inorgánicas están impregnadas (…): que la vida es reconocible en su expresión, que la forma siempre sigue la función.» 

De esta forma Sullivan clarifica el panorama en el entendimiento de lo orgánico. Más que un resultado formal que evoque lo vegetal, se trata de una forma de concebir las ideas que resultan en arquitectura, una forma que trate de adaptarse para expresar la vida que alberga, que tenga un sentido de pertenencia con sus habitantes y que se sienta como una arquitectura que así como un ser vivo surge y se relaciona con su medio. 

En Europa las búsquedas de lo orgánico pasan a un siguiente nivel con el Art Nouveau, donde la arquitectura comienza a librarse de sus esquemas clásicos y trata de encontrar una forma propia de expresarse y expresar lo burgués. El Art Nouveau representa una nueva estética que a través de las formas más „naturales“ trata de reflejar la libertad con la que se espera llegar al nuevo siglo. En este sentido la aparición del Art Nouveau resulta una respuesta orgánica a la necesidad de la burguesía de demostrar el nuevo Way of Life de la época, haciendo uso además de materiales y técnicas nuevas que corresponden a su propio tiempo. 

Con el nuevo bagaje de conocimientos que se cultivan a fines del siglo XIX, el siglo XX y el inicio de la contemporaneidad resultan en un surgimiento de un gran impulso de buscar nuevos espacios y nuevas formas de expresión propias de su época. Dentro de este contexto las nuevas propuestas arquitectónicas dejan de expresar los elementos vegetales del Art Nouveau a través del ornamento y comienzan a expresarse a través de la forma del edificio en sí. Arquitecturas como la de Gropius, la de Loos o la de Behrens en Alemania, comienzan a expresar de una manera diferente las exigencias de la época. Son arquitecturas mucho más menos ceñidas a esquemas, y mucho más interesadas en explorar la forma de vivir el espacio. Me parece que esto se aprecia claramente en la Villa Müller de Loos, donde la casa se vuelve un espacio pensado hasta el mínimo detalle en la familia y en la vida que se va a gestar dentro. Donde se prescinde del ornamento y cada elemento pasa a ser expresión de sí misma, el edificio se diseña para constituir verdaderamente un hogar. 

Por otro lado, en el Nuevo Mundo, Frank Lloyd Wright es el arquitecto que evoluciona de alguna manera, las ideas de Sullivan, y a través de su diseño busca conseguir una idea del espacio generado de manera orgánica. Particularmente en la Casa de la Cascada, me parece clara la idea de querer generar un espacio que surja de la naturaleza, un edificio que sea cómo una planta que crece y se adapta a su entorno, las elecciones de emplazamiento resultan fundamentales para comprender la intención de que el edificio no se vea “puesto”. En materia de Urbanismo, Wright traslada sus ideas de lo orgánico a su entendimiento del Way of Life americano. Wright estudia el paisaje y entiende que la llanura permite que el arquitecto realice un ordenamiento basado en el movimiento. Broadacre City es una ciudad donde se puede explotar al máximo lo vasto del territorio americano, promoviendo la libertad de la vida de cada uno de sus habitantes en un espacio de un acre por persona. Wright imagina el futuro y se imagina a los Estados Unidos como un país donde las distancias no son un problema, por el automóvil y las grandes carreteras y donde por la horizontalidad de su paisaje la vida se debe gestar de igual manera. 

De esta manera entonces me parece que la Arquitectura Orgánica, más que un resultado, es una forma de pensar. Es generar espacios que se constituyan como se constituye un organismo vivo, espacios donde los seres humanos sientan se sientan libres y de esta forma asemejen sus raíces en la naturaleza. Lo orgánico no se ciñe a esquemas rígidos, sino que se adapta a las necesidades del usuario, posee diversos resultados formales dependiendo de su Tiempo y Lugar, de esta manera la Arquitectura Orgánica puede seguir siendo vigente hasta el día de hoy. Podemos pensar cualquier edificio desde un punto de vista orgánico, puesto que esto no se trata de un estilo o manual, es simplemente tomar en cuenta una necesidad humana tan básica como reconocerse y reconocer la vida a través de su entorno. 

TEXTO: La Arquitectura de la "Antropofagia cultural" / Audry Pallete

Como hemos venido estudiando, los países latinoamericanos como el nuestro se han visto en la situación de tomar como referente aspiracional a las culturas extranjeras, en un inicio a lo europeo y luego a lo norteamericano, llegando a copiar incluso formas de vivir ajenas que no se conectan con nuestro territorio o peor aún, con lo que en esencia somos como pueblo y como cultura, llegando a pensar erróneamente que eso es modernidad. Sin embargo, la excepción de esta situación aparecería en el Brasil de 1920, que hasta ese momento tenía un desarrollo modernista tímido basado en el Art Nouveau y con alguna influencia Le corbusiana; pero que luego, tras ser marcado por la crisis mundial y nacional, gestó un movimiento intelectual y artístico denominado “antropofagia cultural”. 

Analizando los términos, la antropofagia es la acción o costumbre humana de comer carne de nuestra misma especie, sin embargo, cuando se le adjunta la categoría cultural adquiere un giro en su significado ya que éste último término, involucra conocimientos, tradiciones y costumbres. De aquí que “antropofagia cultural” no solo es un acto físico-orgánico, sino que también involucra un proceso intelectual. “Lo que se engulle”, adquiere entonces una dimensión metafórica, pero se plasma en elementos tangibles, en nuestro caso, en arquitectura. 

El filósofo Oswald de Andrade propuso este movimiento antropófago, aludiendo a esta actividad propia de algunos de los pueblos originarios quienes, en un acto ritual y mágico, se comían al individuo del cual querían adquirir sus virtudes e intelecto. Esto en sentido metafórico hacía referencia a aquello que la sociedad brasileña debía hacer con respecto a los países desarrollados a los cuales imitaba y que De Andrade sostenía que tenían que ser consumidas simbólicamente, como un proceso de alimentación espiritual e intelectual, tomando literalmente todo aquello que me interesa y me es digno de admirar de la cultura occidental para luego reelaborarlo, redefinirlo o resemantizarlo en un acto de digestión que se hace posible por las sustancias propias que emanan del interior del organismo (esto es su cultura propia); la cual da a lugar a la expulsión de un producto nuevo autónomo. Significaba entonces una confrontación de aquello que en esencia somos versus aquello que aspiramos a ser. 

Algo que nutre la filosofía base del movimiento antropófago y que se constituye como muy importante en la construcción de la cultura brasileña es el territorio y el paisaje, que han acompañado el desarrollo de los pueblos originarios que asentaron la base de la conformación de la nación brasileña y que se presenta muy diversa y diferente a la existente en otras partes del mundo. El territorio se muestra vasto, exuberante y sinuoso, con un clima, flora, fauna, topografía, ríos, mares, lagunas y formaciones geográficas muy particulares, que se constituyen como características propias del lugar del cual el mismo hombre forma parte y que busca manifestar a través de su cultura que es gestada y explicada a partir del mismo. 

Un ejemplo de lo anteriormente planteado lo podemos ver en Minas Gerais, a través de la iglesia barroca del Buen Jesús de Congonhas diseñada por Aleijandinho, la cual se presenta como una edificación de piedra y yeso que se alza sobre la cima de un morro, como apropiándose de él, y se rodea de esta vegetación exuberante que es propia del lugar y que se configura como parte esencial de su diseño. Esto lo hace un proyecto particular ya que, si bien la decoración tiene toda la influencia portuguesa, la forma de digerirlo junto con las características propias del lugar, lo vuelven un producto único y posible de ser identificado en ese lugar y para esa sociedad. 

Un arquitecto que entiende muy bien este movimiento modernista es Oscar Niemeyer, quien en los años 40s, claramente se come los referentes europeos como Mies Van der Rohe y Le Corbusier, pero, lo que produce es un producto propio que incluye estas características locales de flora, fauna, clima, topografía. Esto es posible de observarse en muchas de sus obras como la de Belo Horizonte en donde hace una urbanización con lago artificial en la cual plantea cuatro edificaciones: el club de yates, el club de baile, un casino y la iglesia de San Francisco que son como acentos dentro de este paisaje y se ubican como salpicadas en esta laguna envueltas por la flora local. Se ve edificaciones con clara influencia modernista y que ejemplifican los 5 puntos de la arquitectura de Le Corbusier, pero traducida al Brasil, con estructuras circulares y losas de formas sinuosas y ondulantes como el territorio que las alberga y que, en el caso del club de baile, van más allá al acentuar la idea del movimiento con el reflejo del agua sobre la misma, creando atmósferas diferentes. Por otro lado, la iglesia se nos muestra como una sección de catenaria, que sale del terreno como si fuese una loma y que evidencia la interpretación y asimilación de la obra de Candela. Se ve entonces que las edificaciones no compiten con el territorio, sino que claramente reflejan que son parte y productos de inspiración de este, formando parte de una expresión que va más allá del entendimiento intelectual y sale del interior. 

Otro ejemplo es el Museo de Arte Contemporáneo de Niterio, en donde Niemeyer se conecta no solo con lo vital y lo bello, sino con lo humano y con lo verdadero del material asimilando y digiriendo lo propuesto por Ruskin en sus 7 lámparas de la arquitectura. El producto que resulta de esta digestión y conjunción de lo extranjero y lo propio, da a lugar una construcción única de concreto que se alza sobre un peñasco, volcándose con él a través de rampas ondeantes y que no solo es un contenedor de obras de arte, sino que va más allá regalando al usuario la posibilidad de contemplación del territorio y del mar del cual forma parte. 

En otro proyecto como el Ministerio de Educación, lo antropófago se refleja en la captación de otros tipos de arte: el pictórico y literario que el arquitecto paisajista Roberto Burle Marx refleja a través del diseño del jardín ubicado en la azotea que es claramente reflejo de la sinuosidad de sus costas, dotados de flora representativa y variada del mismo Brasil que acentúa la idea de lo propio y lo local. 

Si bien hay muchos proyectos que continúan con esta línea modernista, la Casa de Niemeyer en la calle de las Canoas, se constituye como la obra cumbre y síntesis de este proceso antropófago. Aquí se ve claramente cómo converge lo extranjero y lo local. La influencia marcada de la arquitectura del Pabellón Alemán en Barcelona de Mies y las losas superpuestas de la casa de la cascada de Lloyd Wright se fusionan con la naturaleza, territorio y cultura brasileña, dando a lugar una casa excepcional que a mi opinión es como un organismo vivo que se aferra a este peñasco y se mimetiza con el territorio al tomar la forma sinuosa del mismo, adhiriendo elementos como la gran roca que abraza y la incorpora en el diseño, como señalando que la misma naturaleza es parte esencial de la arquitectura. Con esto, Niemeyer ya se desliga completamente de lo moderno impuesto ya que los referentes han sido completamente digeridos, dando la posibilidad a su cultura de mostrar su propia modernidad, no negando lo que son y que les hace diferentes sino aceptándolo como tal para expresarlo libremente de manera física. 

A nivel de urbanístico, la sociedad brasileña también se propone a tragar su propio país y se da una nueva capital con visión unificadora en el corazón del Brasil, construyéndose Brasilia. La traza, que tuvo forma de ave rodeada por una laguna artificial y viviendas en la periferia, fue propuesta por Lucio Costa y por Oscar Niemeyer. Aquí se observa un gran eje central (el cuerpo del ave) con superficies tremendas de áreas verdes y mucha simetría que ejemplifican un Versalles brasileño en pleno siglo XX. Los edificios centrales de gobierno con la Plaza de los 3 Poderes se alzan del suelo suspendidos por los pilotis de formas expresivas (cual costillas de animales) que sostienen las construcciones de concreto que conectan al peatón con el territorio a través de estas rampas largas que te suben a plataformas donde se tiene la vista del extenso territorio que lo envuelve y del cual forma parte como una unidad. 

A nivel de cultura urbana, también se incorpora la antropofagia. En este aspecto, la sociedad brasileña se reconoce así misma diferente y diversa con su conformación de barrios muy finos con otros muy pobres como las favelas que no son negadas sino por el contrario, son reconocidas y asumidas como parte de su propio paisaje urbano. Lo informal pasa a conformarse como elemento formal con la incorporación de elementos articuladores que permiten su integración a la ciudad: de aquello fragmentado a lo fusionado con la metrópolis. Este proyecto de Jauregui tiene mucho de antropófago porque integra todas las disciplinas (lo filosófico, lo sociopolítico ambiental, lo urbanístico y arquitectónico) en una nueva visión que destaca el desarrollo de las personas y el mejoramiento de su calidad de vida a través de intervenciones sustanciales de servicios y equipamiento. Esto es digno de ser tragado también en países como el nuestro; en donde la informalidad supera lo formal, pero que aún no es capaz de aceptar esta realidad como parte de sí, propiciando y acrecentando la fragmentación urbana y social. 

Por otro lado, se tiene también que en muchos casos, hemos intentado imitar a los referentes europeos -como en el caso de los boulevares franceses y el urbanismo haussmaniano, los elementos prefabricados ingleses y norteamericanos, y las referencias alemanas con barrios obreros-, sin embargo, esto ha sido muy tímido y ha reflejado que no hubo asimilación del proceso como demanda la antropofagia cultural, exteriorizándose en insostenibilidad en el tiempo, en lo poco consistente de estos recursos como parte de nuestra modernidad demostrando que solo pasaron a conformar parte de pequeños momentos en nuestra historia. En este sentido, se hace un llamado a seguir nuestro propio camino tal como hizo Brasil, a reconocernos y asumirnos tal como somos -con nuestras diferencias y convergencias-, y una vez con este conocimiento digerir aquellas influencias extranjeras que son dignas de seguir, interiorizándolas, haciéndolas nuestras para poder dar lugar a arquitecturas y urbanismo que mejoraran la calidad de vida de todos nosotros, de la sociedad.