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Mapas de la Autoconstrucción
Proyectos Experimentales de Vivienda Urbana
URB242 / HORARIO 1001
Alejandro Torero
Betty Chávez

Entre 2001 y 2018, el 93% del suelo urbano creado en las principales ciudades peruanas tuvo origen informal (Espinoza, y Fort, 2020). Sobre estos suelos se autoconstruyen las viviendas de millones de personas. Sin embargo, los profesionales de arquitectura prácticamente no participan ni brindan apoyo en estos procesos, pues menos del 20% de las viviendas se construyen con asistencia técnica de un profesional (ENAHO, 2019).

Convencionalmente, los arquitectos diseñan el hábitat construido desde una perspectiva externa y una metodología lineal de observación, planificación y ejecución. Sin embargo, en el proceso de construcción de las ciudades del sur global se identifican métodos distintos a los habitualmente enseñados en las escuelas de arquitectura. La autoconstrucción es la práctica más extendida para la consolidación de las ciudades peruanas y la principal forma de acceso a una vivienda.

El curso busca reconocer las prácticas de autoconstrucción como métodos legítimos para la producción de vivienda y ciudad, reconociendo sus potencialidades y limitaciones. Y se la aborda como un método de producción de arquitectura alterno al que es practicado hegemónicamente desde la profesión, capaz de ofrecer productos interesantes, multidimensionales y complejos.

El curso se enfoca en la discusión teórico-crítica y la observación de casos específicos. A partir de la revisión histórica de la práctica de autoconstrucción, las teorías de producción social del espacio y urbanismos del sur se discute sobre el rol del arquitecto frente a estos procesos y los estudiantes formulan posturas críticas hacia la práctica profesional de la arquitectura. Finalmente se analizan de autoconstrucción y se documentan en expedientes arquitectónicos multidimensionales que reflejan la complejidad del proceso de producción del hábitat en cada uno de ellos.

Ensayo: El rol del experto en el proceso de diseño de las viviendas no debe imponerse en las costumbres y tradiciones de las familias en su vivienda / Alumna: Diana Lopez

Introducción

En el Perú, debido a la centralidad de usos que existe en la capital, es muy común la migración de distintas regiones del Perú a Lima. Así mismo, en las regiones también sucede esta práctica migratoria desde el campo a la ciudad, en muchos casos ante la búsqueda de una mejor calidad de vida. 

Ante ello surge la necesidad de conseguir vivienda. Según cifras de la Cámara Peruana de construcción, el 80% de viviendas en el Perú son de origen informal, es decir, se práctica la autoconstrucción, por lo que el levantamiento y diseño de estas viviendas se llevan a cabo sin asesoramiento de un especialista. Como respuesta a esto, surgen diversos programas del Estado y ONGs orientados a facilitar a las familias de bajos ingresos económicos con la adquisición de un terreno para sus viviendas o los ayudan en la construcción de las mismas.

Sin embargo, cuando se contempla la participación de expertos en construcción al momento de diseñar vivienda para estos sectores, muchas veces se mantiene al futuro habitante en un rol pasivo, no haciéndolos participes del proceso de diseño. Es así, que este ensayo contempla por qué sí es importante que los usuarios sean agentes activos dentro del proceso de diseño y construcción y como es que sus conocimientos aportarían a un producto final más eficiente para su vivienda. 

Esto es a partir de reconocer que las familias también poseen sus propios conocimientos, tradiciones y culturas. Estos conocimientos que ellos han ido adquiriendo de su entorno y de su modo de vivir también son valiosos al momento de producir y diseñar la vivienda. De esta forma se desarrollará como es que el diseño participativo puede ser muy beneficioso para ambas partes, el experto del diseño y el usuario, ya que al involucrar directamente a los futuros habitantes se puede comprender mejor sus necesidades y modo de vivir, además de que también se consideran sus tradiciones. Con esto incluso, se logra que el usuario tenga un mayor entendimiento del proceso de diseño y construcción de su vivienda, lo que le podría permitir evolucionar su vivienda o adaptarla de acuerdo a su conveniencia, logrando un diseño más flexible a sus necesidades actuales y las que se podrían presentar cuando el número de habitantes en la familia aumente.

Cuerpo

Para desarrollar este argumento, se puede partir de lo expuesto por (Lefebvre, 2020) en los conceptos explicados para la producción social del espacio en donde sustenta que un espacio no está solo constituido por las edificaciones y los habitantes desenvolviéndose independientemente, sino que el espacio se constituye también por la interacción entre los seres vivos. Por lo que esto se podría entender que, en diseño del espacio, no es solo un agente el que participa de este proceso, sino que son varios agentes que, con sus relaciones sociales, culturales, económicas, etc., que influyen en la producción de un lugar. 

Así mismo, otra idea que podría complementar al desarrollo del argumento es lo propuesto por Joaquín Torres García en las Escuelas del Sur, que hace una crítica a como en la actualidad más se validan los conocimientos eurocéntricos y se toma como inferior cualquier otro tipo de conocimiento, se desconoce el legado indígena y nuestras propias tradiciones. Que se asemeja con lo propuesto por (Turner et al., 2018) al plantear que actualmente hay ciertos procesos o conocimientos que no se validan desde la perspectiva de la academia, pero que en realidad sí podrían ser considerados en el proceso de diseño y construcción. 

En base a estos conceptos y posturas previas, considero que es muy valioso el reconocer que, en el proceso de diseño, la comunidad posee conocimientos tradicionales de su modo de vivir, como por ejemplo la distribución adecuada para su vivienda de acuerdo a su cultura; o de acuerdo al lugar de emplazamiento, la comunidad posee conocimientos constructivos autóctonos que son muy rescatables. Por ejemplo, en las zonas rurales de la sierra peruana, muchas casas son construidas con adobe y quincha, y estas personas poseen un bagaje cultural con un amplio conocimiento de cómo llevar a cabo este tipo de construcciones aplicando de manera correcta la técnica constructiva que han ido aprendiendo de generación tras generación. Estas técnicas, aparte de ser muy convenientes para su economía, también les permiten obtener una vivienda flexible y acorde con las necesidades térmicas interiores para el lugar.

Por otro lado, en la selva peruana, ocurre algo similar con los materiales constructivos elegidos para sus viviendas, ya que de acuerdo a las necesidades de habitar un espacio interior fresco y con ventilación adecuada, las comunidades utilizan materiales que tienen a su disposición en el mismo lugar. El uso de estos materiales en la construcción ha ido perfeccionándose de familia en familia; por lo que estos son conocimientos muy valiosos y rescatables de la comunidad que se podrían tomar en cuenta al momento de plantear soluciones para las viviendas. Así mismo, esto también se puede ver en las ciudades y no solo en las zonas rurales, pues la comunidad involucrada en el diseño es capaz de reconocer sus necesidades y a partir de ello se puede lograr un producto final más eficiente. 

De acuerdo a estas ideas propuestas (Romero et al., 2004) concuerdan en que la participación de la comunidad debería ser necesario en los asentamientos informales. Pues, reconoce que “ante cualquier problema no existe una única respuesta y que el conocimiento de la realidad se amplia y enriquece al involucrar a distintos puntos de vista” además, reconoce que “los actores involucrados directamente en un problema son los que mejor conocen sus propias necesidades, deseos y posibilidades”. 

Con estas afirmaciones dadas por los autores mencionados, se rescata que no existe un solo modo de llegar al planteamiento final del diseño, y que al reconocer que no solo existe el conocimiento académico del experto en diseño o el experto en construcción, se involucrar a la comunidad y se considera sus propios saberes constructivos y modo de vivir. Por lo que se encuentran soluciones al diseño más viables y adaptables a su propia realidad y en como enfrentan su vida cotidianamente. A su vez, esto permite una mayor identificación de los usuarios con su futura vivienda. Pues al haber contribuido en el proceso, esto permite que se reconozca a la vivienda desde el proceso inicial y le otorga a la vivienda una mayor flexibilidad, pues al haber sido construido de acuerdo a las necesidades planteadas por los futuros habitantes, esto permite que ellos identifiquen la mejor forma de expandirse o evolucionar la vivienda conforme el número de integrantes de familia aumente, o conforme a los nuevos usos que le elijan darle.

A estas características positivas del diseño participativo, también se le puede añadir, lo que según él es el recurso más valioso que poseen estas comunidades. (Turner, 1977) menciona que “el mayor recurso de esta gente extraordinaria está en su iniciativa y capacidad para organizar”. Con esto se entiende que debido a que muchas veces estas familias no poseen ninguna ayuda del estado o de otras organizaciones, ellos deben aprender a buscar sus propias alternativas de conformación urbana y delegarse funciones entre ellos; esto con la finalidad de lograr conformar sus propios sistemas barriales y buscando sus beneficios para así obtener una mayor calidad de vida entre los habitantes. 

Cabe tener en cuenta que estos conceptos de diseño participativo no son recientes y se han ido experimentando en diversos países para distintos procesos del diseño. Por ejemplo, en Colombia con las iniciativas de Bogotá abierta y Mi Medellín (Rico-Ramírez et al., 2019), se busca fomentar el diseño con la participación comunitaria. Estas iniciativas, por ahora concentradas en hacer partícipes a la ciudadanía por medio de plataformas web, logran involucrar a los pobladores en las futuras obras para su comunidad y consideran diversas variables propuestas por los mismos pobladores, como la tradición constructiva, sus hábitos, su cultura, entre otros. Estas organizaciones en conjunto con la Municipalidad logran materializar las necesidades de la población en las propuestas y esto consigue que los proyectos generen un sentido de apropiación en la comunidad. 

De esta manera se erradica la idea de que el experto es el que debe de imponerse siempre sobre el diseño, pues de eta forma se logra un trato más horizontal con la comunidad, permitiendo que los mismos pobladores compartan su bagaje cultural en cuanto a tradiciones constructivas y hábitos culturales. Así también se comprende que “la participación no es un estado estable, sino un proceso constituido en varios momentos, durante los cuales los sujetos involucrados se forman y forman a otros en el manejo de conocimientos y destrezas” (Sanchez,1999). Es decir, que el conocimiento constructivo no solo se logra transmitiendo los saberes del experto al habitante o la comunidad, sino que los pobladores también poseen estos conocimientos válidos y rescatables que serán transmitidos hacia el experto. Por lo que se logra un intercambio de saberes de ambas partes, con el objetivo de lograr un bien común.

Ante esta última afirmación, Lárraga (2014) sostiene que los conocimientos tradiciones de los pobladores son aprendizajes dinámicos, ya que constantemente es cambiante y adaptado. Por ello es importante rescatar estos conocimientos nativos de ciertos grupos sociales y no imponerse con los conocimientos eurocentristas adquiridos durante nuestra formación profesional. Ya que se puede aprender de ambas partes para el beneficio de la comunidad y para lograr que los pobladores se identifiquen con el proyecto.

Finalmente, con todo esto no se pretende que se deba excluir al experto del proceso de construcción; sino que como afirma Manzini (2015), ante una realidad donde se puede involucrar a otros agentes participes del diseño se hace necesario que los expertos participen y se involucren. Ya que frente a los conocimientos y la preparación previa que los agentes especialistas poseen, estos son capaces de incentivar y colaborar en los procesos de diseño en el que se ven involucrados los agentes expertos y usuarios. Por lo que se destaca que estos especialistas son capaces de discernir entre los conocimientos y saberes que aportaran para el desarrollo correcto del proyecto final. 

Así de esta forma se reconoce tanto el valor del experto como el conocimiento del no experto, pero que posee conocimientos previos o reconoce sus propias necesidades y modo de vivir mucho mejor de lo que podría identificar un especialista del diseño.

Conclusión

A modo de síntesis, con todo lo argumentado previamente; se entiende que el experto es el agente que esta capacitado para poder realizar estos procedimientos constructivos y de diseño, pues posee un previo aprendizaje especializado adquirido con los años; sin embargo, es importante reconocer que no es el único capaz de participar en el proceso de realización del proyecto, pues existen otros agentes, que actualmente son tomados como pasivos, que también pueden contribuir a un mejor desarrollo y producto final del proyecto. 

Como se mencionó en el ensayo, la comunidad y los futuros usuarios, bajo sus tradiciones y cultura, reconocen sus necesidades y poseen un bagaje constructivo tradicional que ha ido evolucionando con los años; estos procesos muchas veces son incluso más atinados al contexto y a su realidad, que los mismos propuestos por los expertos. 

Así mismo, teniendo en cuenta que es una vivienda que podría evolucionar con el tiempo, es muy importante que los futuros usuarios aporten desde su modo de vivir para que así se logre un diseño flexible y adaptable a los futuros cambios. Con todas estas medidas, se convierte al usuario en un agente activo que será participe del desarrollo de su proyecto de acuerdo a sus necesidades logrando generar un sentido de apropiación e identidad con su futura vivienda. Cabe destacar, que el diseño participativo, no es algo exclusivamente del sector de la vivienda, sino que también se puede involucrar a los pobladores en proyectos de espacio público para el beneficio de su comunidad y así lograr fortalecer la participación de los usuarios en proyectos para su propio beneficio.

A modo de cierre, con este ensayo se resalta que los expertos no deben imponerse sobre las opiniones o saberes previos de los pobladores, pues ellos también poseen conocimientos que aportar para el desarrollo de sus proyectos. Desde sus tradiciones y cultura siempre se tiene un aprendizaje que ellos han ido adquiriendo desde sus comunidades o su herencia familiar. Por lo que ignorar todo esto solo lograría un proyecto que no satisfaga las necesidades del usuario y se lograrían viviendas repetitivas sin la consideración de los distintos modos de habitar cada uno de estos espacios, logrando que el mismo usuario no se sienta identificado con el espacio que habita. Pues como se mencionó al inicio del ensayo, para diseñar un espacio no es suficiente con la propuesta de modificación de un solo agente, sino que es importante que todos los agentes involucrados participen de la creación del espacio habitado.

 

Bibliografía

Giannotti, E. (2014). Orígenes de un diseño participativo: La construcción de los barrios populares de Santiago, 1952-19731. Revista 180, (34).

Lárraga (2014). Continuidad Y Cambio: Procesos Evolutivos De Transmisión Cultural En El Mantenimiento De La Autoconstrucción De La Vivienda En El Ámbito Rural.

Lefebvre, H. (2020). La producción del espacio. Capitán Swing Libros.

Manzini, E. (2015). Design, when everybody designs: An introduction to design for social innovation. MIT press.

Rico-Ramírez, C., Chacón-Chacón, F., & Uribe-Pérez, S. (2019). Experiencias de diseño participativo en Colombia. Transformación “inteligente” de los territorios. Bitácora Urbano Territorial, 29(3), 117-126.

ROMERO, G., Mesías, R., Enet, M., Oliveras, R., García, L., Coipel, M., & Osorio, D. (2004). La Participación en el diseño urbano y arquitectónico en la producción del hábitat.

Sánchez, E. (1999). Todos para todos: La continuidad de la participación comunitaria. Psykhe, 8(1).

Turner, Golda-Pongratz, K., Oyón, J. L., & Zimmermann, V. (2018). Autoconstrucción : Por una autonomía del habitar. Escritos sobre vivienda, urbanismo, autogestión y holismo (1a. ed.). Pepitas de Calabaza.

Turner, J. F. (1977). Vivienda, todo el poder para los usuarios: hacia la economía en la construcción del entorno; trad. al español de José Corral. Blume.

Wiesenfeld, E. (2001). La autoconstrucción: Un estudio psicosocial del significado de la vivienda. Fondo Editorial Humanidades.

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