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Archivo de Arquitectura PUCP – Fondo Documental CROUSSE

Conversaciones

Inicios de la profesión
[1] Jacques Crousse. Visitando obra.

En las entrevistas, sostenidas mediante plataformas digitales, buscamos recopilar información de las personas que más se relacionaron con el binomio Crousse & Ciriani. Dialogamos con el propio Enrique Ciriani, socio de Jacques Crousse en la primera etapa de su trabajo, así como con Giuliana y Jean Pierre Crousse, esposa e hijo de Jacques respectivamente. A partir del relato de sus experiencias, reconstruimos los inicios y las relaciones de Crousse & Ciriani en el devenir de su proyectar arquitectónico.

Las conversaciones nos revelan a dos impetuosos jóvenes arquitectos que se conocen a raíz de un contratiempo y cuya amistad e interés por la arquitectura perdura a lo largo de los años. Las entrevistas nos permiten vislumbrar los primeros tiempos de ambos diseñadores, junto con la influencia, en sus dibujos y su arquitectura, de las obras de Santiago Agurto y Teodoro Cron. Asimismo, transmiten las dificultades de acceso, propias de la época de su formación, a fuentes de la cultura arquitectónica global, y el consiguiente peso fundamental de la biblioteca y los docentes de la UNI como pilares de su desarrollo y evolución.

Enrique Ciriani
Amigo y ex socio de Jacques Crousse
19 de febrero de 2022

EC [viendo las perspectivas]: Normalmente yo era más rápido; si hay detalles en los dibujos, probablemente son de Jacques Crousse (bodegones, mobiliario en vista interior a través de la fachada vidriada o una fuente y un heladero). Aquí hay un primer borrador.[1]

La moda era muy horizontal, con voladizos. He releído la perspectiva con el panadero: es la ilustración de nuestra hinchada por la arquitectura de Édouard Durell Stone, sobre todo por la embajada de Estados Unidos en Atenas. Las casas de renta en el Rosedal me parecen del mismo tiempo que las casas Rastelli. La casa con el volumen en voladizo sobre la vereda representa una lógica distinta. Los detalles nos hacen olvidar que el dibujo está sobredimensionado. Esto me ha hecho acordar que Bertolero, entusiasmado con la película Mon oncle, de Jacques Tati, habló con Jacques Crousse.[2] Los clientes preferían tratar con él; Jacques los llevaba a ver obras los domingos por la mañana. Tenía una paciencia y una empatía absolutamente geniales.

Se ve en los dibujos cómo Jacques Crousse comienza a preocuparse de lo que se pensaba que era necesario para que la gente se sintiera mejor acompañada: ‘le bien-être’, el bienestar.

En esa época los dibujos de las perspectivas solo tenían sentido para el cliente; no se publicaba nada, no se dirigían a personas informadas. Las revistas eran extranjeras, y en El Arquitecto Peruano no figuraba ni siquiera el nombre del arquitecto publicado.

FQ: ¿Cuáles eran sus principales referentes cuando proyectaban las viviendas: arquitectos, revistas, libros…?

EC: En esa época no se conocían ni Architectural Digest ni Casabella. Nosotros teníamos abono, creo, a Progressive Architecture o a Architectural Record, una de los dos.[3] Pepe [José] García Bryce era el único abonado a L’Architecture d’Aujourd’hui, que yo supiera. La biblioteca de la Facultad de Arquitectura de la UNI era el único vínculo con la cultura. Me cuesta mucho trabajo aceptar que no teníamos cultura. Parece mentira. Cuando dibujamos el techo súper chato horizontal, era la única manera de sentirse «moderno». No tienen idea de la importancia del volado.

FQ: En las perspectivas se nota claramente la búsqueda de la horizontalidad que nos comenta. Entendiendo que las perspectivas estuvieran destinadas a los clientes, llama la atención la presencia de elementos peruanos como cántaros y hornacinas, además del uso de la piedra.

EC: Jacques Crousse vivía con su abuelo Dalmau, dueño de una gran colección de objetos precolombinos, es decir que siempre tenía la intención de honrar este gusto. Si se añade el respeto y la admiración por Puruchuco, se puede observar ello  en la casa Subiria, que representa bien la formalización preferida de Jacques Crousse. También se debe tener en cuenta el uso de la teatina como tema preferido de Jacques. Para nosotros, la casa de Santiago Agurto representaba la imagen misma de la peruanidad; concentraba forma y color. Sí, se puede decir que Jacques Crousse sentía la necesidad de expresar lo peruano.

Los sábados salíamos a visitar las obras que se estaban construyendo en las nuevas zonas de extensión urbana. Las casas de Miguel Rodrigo en Las Casuarinas eran lo máximo, al igual que las de Teodoro Cron en [el Club de Golf] Los Incas.

[1] En francés en la conversación: ‘Voilà un premier jet’.
[2] Mon oncle es una comedia francesa del año 1958 que tiene como uno de sus ejes la Villa Arpel, modernísima residencia del tío (‘oncle’) del protagonista.
[3] La biblioteca de la Universidad Nacional de Ingeniería contaba con los números de la revista Progressive Architecture.

Giuliana Crousse
Esposa de Jacques Crousse
2 de febrero de 2022

AC: Quisiéramos que nos cuente sobre el proceso de conservación y cómo seleccionaron los trabajos para su transferencia al Fondo Crousse del Archivo de Arquitectura PUCP.

GC: Después de haber recibido la invitación para reunir los trabajos de Jacky [Jacques Crousse] para el Fondo que se crearía, comencé a buscar lo que tenía en la casa. Porque la idea del Fondo es esa, recibir lo que teníamos en la casa, aunque también han participado, por ejemplo, Rodrigo Amorós, entregando lo que él tenía. Así, poco a poco, se fue construyendo el Fondo.

La verdad es que cuidar esos rollos tremendos, donde se guardaban los planos hechos a mano, no era fácil; yo ocupé un rincón dentro de un mueble. Eso en cuanto a los rollos de planos. Luego, había un fólder donde Jacky mismo guardaba sus cosas, un poco desordenadamente. Había apuntes, había mucho también sobre lo que hizo para el Club Regatas [el plan regulador], etcétera. Todo estaba ahí, en muebles. Lo difícil era catalogarlo. Para eso le pedí ayuda a Michelle [Llona], que me puso en contacto con Diego Vivas. Él hizo el inventario que nosotros después hemos revisado. Para mí, personalmente, para preservar lo que yo tenía, lo que nosotros teníamos… qué mejores manos que la Católica.

FQ: ¿Lo que se entregó corresponde a todo lo que él produjo o hay información que se desechó?

GC: Tú sabes de la larga asociación de trabajo que tuvo con Jorge Páez, y tenían la oficina en el mismo lugar. Cuando Jacky se fue de una manera tan rápida —como que ayer fue a la oficina y hoy ya no— se perdió mucho material. Todo lo que se pudo recuperar lo trajimos acá, a la casa. . De la oficina, lastimosamente, se perdió mucho, mucho material.

FQ: ¿Usted conoce algún tipo de trabajo, bibliografía o estudios que se hayan realizado sobre la obra de Jacques Crousse que puedan servir a nuestra investigación?

Todo está en el inventario, porque son 480 y tantos ítems, van a encontrar toda la información y las precisiones, porque respetamos muchísimo cuando, por ejemplo, un proyecto fue hecho en coautoría. Aunque no esté toda su obra físicamente respaldada, de repente, sí hay [documentos] de sus primeras obras, cuando todavía no tenía título de arquitecto y trabajaba con Quique [Enrique Ciriani]. En esa época, como siempre trabajaban sus proyectos de noche, habían hecho su logo, que era una regla T y encima dos búhos sentados. Quique y Jacky se conocieron el primer día de clases de Arquitectura en la UNI —¿no sé si a ustedes les interese que estas partes anecdóticas se las cuente?

AC y FQ: Sí, por supuesto, sería de gran valor.

GC: Para entrar a Arquitectura en la UNI antes tenías que presentarte a dar un único examen, muy temido por los chicos que no tenían tanta inclinación hacia los números. Jacky, feliz de haber ingresado, se rapó y asistió a su primer día de clases en la Facultad. En el salón, el profesor comienza a pasar lista: A, B, C, D, etcétera… y nada. Entonces se ven dos manos que se levantan:

— Señor Profesor, usted a mí no me ha llamado — se escuchan las voces.
— ¿Cómo se apellidan? — pregunta el profesor.
— Crousse. Ciriani — contestan.
— Pero no están en la lista — responde el profesor
— No, ¡pero sí hemos ingresado! — replican

Resulta que ninguno de los dos sabía que, después de entrar a la UNI, acababan de poner un examen de aptitud para entrar a la Facultad de Arquitectura. Era un examen bastante simple, pero había que rendirlo. Ellos no lo habían dado. Bastante molestos, trataron de revertir la situación y ahí se conocieron. Intentaron hablar con Belaunde, que en ese momento era el decano, y decirle que, si era un examen de aptitud, por favor se los tomara. Belaunde les dio una clase de retórica y rectitud: les dijo que no podía hacer ninguna excepción y que simplemente regresaran el año siguiente.

Así fue como se conocieron Quique y Jacky que a lo largo de toda la carrera fueron y siguieron siendo amigos hasta el último. Una amistad que compartió la complicidad de ver la arquitectura de la misma manera: ¡con pasión!

FQ: Los dibujos de perspectivas de Crousse y Ciriani están firmados por ambos; sin embargo, no está documentado el año en que se realizaron las viviendas. Imaginamos que coinciden con los años en los que se asocian. ¿En qué año más o menos, empezaron a trabajar juntos?

GC: Siempre hay las relaciones familiares, o amigos que te preguntan «¿me puedes hacer esto?», «¿me puedes hacer lo otro?». No tenían una asociación legalizada; eran arquitectos que hacían proyectos juntos. Y no es que el día que egresaron comenzaron a trabajar, no. Realizaban trabajos desde antes, porque ese logo de los dos búhos es justamente de cuando todavía no tenían título, porque no podían firmar.

Tuvieron bastantes trabajos juntos: primero es la casa Ramírez-Gastón, luego la casa de Bertolero, la casa Rebessi, todas esas que están en el inventario fueron hechas antes de ser arquitectos diplomados. Si me preguntas de esos primeros años, me acuerdo clarito que fueron hechas cuando eran estudiantes.

Después de eso se formó un grupo de arquitectos. Conocieron a Jorge Páez, Nikita Smirnoff, Alfredo Pérez, Osvaldo Núñez y todos los que, después, trabajaron en el Instituto de la Vivienda. Tuvieron la chance, siendo recién egresados, de tener en sus manos la responsabilidad de proyectos que, hoy en día, son casi imposibles.

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FQ: Jacques Crousse nació en 1934. ¿A qué edad habrá ingresado?

GC: Nosotros nos casamos en 1962; creo que egresó en 1960. Terminó la secundaria dos años más tarde de lo que hubiera debido, porque era asmático de chico, entonces su mamá no lo mandó a «transición». En relación a sus estudios secundarios, estaba dos años detrás de Quique.

FQ: Si Jacques Crousse egresó en los 60 ¿cuántos años trabajaron juntos?

GC: Trabajaron juntos hasta que Quique se fue a Francia. Se juntaban si les provocaba hacer un proyecto o participar en un concurso juntos. Era una relación libre.

FQ: ¿En qué año se fue, aproximadamente, Ciriani a Francia?

GC: Yo creo que en el año 1965, porque para la gran revolución estudiantil que hubo en Francia en 1968, en la que los obreros y estudiantes impulsaron cambios sociales, Quique ya estaba allá.

AC: Respecto a los primeros proyectos que realizaron juntos, ¿alguno se llegó a construir?

GC: Sí, claro que se construyeron. Viniendo desde la avenida Javier Prado por la avenida Olguín, pasando la Universidad de Lima, a la izquierda [jirón Orión] hay un ovalito. Sobre ese óvalo se construyeron dos casas, ambas inmensas, la casa Bertolero y, al frente, la casa Rebessi. No sé si existan, porque hace tiempo que no paso por esos barrios. Y la casa Ramírez-Gastón, que quedaba en la calle Víctor Maurtua, si no me equivoco. Pero hablamos de hace tantos años atrás… Los barrios eran muy diferentes.

FQ: Justamente, entre los seis proyectos de vivienda unifamiliar que estamos investigando se encuentran la casa Bertolero y la casa Rebessi, que, como nos comenta, las proyectaron cuando aún eran estudiantes. La residencia del doctor Nagaro y la casa de campo del señor Ciabatti, ¿también se realizaron en esta época?

GC: No recuerdo si la casa de campo la hizo con Quique o la hizo solo Jacky, porque todos —Rebessi, Bertolero, Ciabatti— eran amigos de mis papás. Las casas de Rebessi y Bertolero, sí.

El que trataba siempre con los clientes era Jacky, porque Quique decía que él perdía la paciencia. En cambio, Jacky era muy conciliador y tenía muchísima paciencia cuando la dueña de casa venía con su papel cuadriculado diciendo «yo creo que la cocina debe estar, yo creo que la ventanita debe estar acá». Quique podía reventar; en cambio Jacky tenía muchísima paciencia.

FQ: Otras dos viviendas en la calle Costa Rica, en San Felipe, y dos casas en renta en la urbanización El Rosedal también son de esa época.

GC: Las de la calle Costa Rica [Rastelli] eran casas que hicieron mis padres; una después fue nuestra casa y la otra, de mi hermana. Eran muy lindas e innovadoras, en un terreno de 1000 metros cuadrados, con 20 metros de frente y 50 de largo. Entonces, la propuesta no era hacer dos casitas con el frente de diez metros, sino que se adoptó la solución de tener una casa adelante, hacia la calle, dejando un pasaje lateral largo que daba entrada, a través de un patio, a la casa de atrás, que era de dos pisos —la de adelante era de un solo piso—. Y sí, esas casas fueron hechas antes de que fueran arquitectos diplomados.

Las casas del Rosedal, creo reconocerlas, fueron encomendadas por un tío de Jacky, un ingeniero, que tenía liquidez y quería invertir, entonces construía casas para luego venderlas. Esas también creo que se hicieron en la época en que no eran arquitectos.

FQ: La del doctor Nagaro y la del señor Ciabatti, ¿también?

GC: La de Ciabatti, de hecho. La de Nagaro, no la ubico con ese nombre. Aunque recuerdo que había un doctor cuya casa se ubicaba en la avenida Angamos.

La calle Costa Rica era muy linda y tranquila, calle de arquitectos como Santiago Agurto, Miguel Cruchaga, Jacky; y en la otra esquina, Mendizábal. Hasta que se deterioró completamente, porque fue invadida por academias del Opus Dei, con distintos usos a lo largo del día… y así, fueron comprando distintas casas. Se volvió difícil vivir allí, sobre todo en la mía.

Uno de los motivos por los que acepté vivir en la casa de atrás era que quedábamos a la altura de los jardines de la manzana, porque todos habían construido al filo de calle y con la parte posterior dedicada a jardín, así que yo estaba rodeada de jardines y no de otras fachadas. Lo triste de esta historia es que, hará un año o menos, volviendo de la clínica San Felipe una de mis hijas regresó, literalmente, llorando, porque encontró que había una retroexcavadora demoliendo estas dos casas. No sé qué piensan hacer los propietarios, pero es una lástima terrible. Esto fue muy personal, ya que fue mi casa. Te lo cuento con el dolor de mi alma.

FQ: Una lástima, realmente. ¿Cuáles serían los referentes o los arquitectos que miraban Crousse y Ciriani? ¿Serían internacionales, nacionales?

GC: Creo que las casas brotaban de su inspiración, lo cual no quiere decir que no tuviesen referentes e influencias propias de la formación de esa época; por ejemplo, de Le Corbusier. Jacky, por lo pronto —no puedo hablar en nombre de Quique— siempre tuvo su estilo personal; esto se ve, después, en el SENATI, el Banco de Crédito de Miraflores, etcétera. Creo que cada arquitecto, cada escritor, cada pintor recoge de las experiencias ajenas y selecciona algo que después puede transmitir de una forma personal.

AC: En la actualidad existen revistas como El Croquis o Arquitectura Viva que brindan ciertos inputs para poder proyectar. ¿En ese tiempo había alguna revista, que pudiera recordar, revisada por Crousse y Ciriani?

GC: Jacky y yo hemos sido enamorados nueve años antes de casarnos, y los regalos que le hacía normalmente eran suscripciones a revistas. Como soy italiana, allá tenía parientes que podían ayudar; porque estamos hablando de muchos años atrás, cuando el correo postal era el único medio. Le regalaba Architecture d’Aujourd’hui, que sigue vigente, y después Casabella y Architectural Design. En esa época —tienen que retroceder y olvidarse del internet—, la comunicación era terriblemente difícil, todo era un esfuerzo para estar al día y, por eso, los que podían viajaban a Europa para tener un panorama más amplio. Jacky devoraba las revistas, porque eran una ventana abierta a lo que se hacía en otros paralelos.

FQ: Regresando al tema de los dibujos, en específico sobre las habilidades de Jacques Crousse en este ámbito, ¿él dibujaba constantemente?, ¿trazaba solo perspectivas?, ¿tenía bitácoras? ¿Cómo era su relación con el dibujo?

GC: Jacky era arquitecto, pero siempre fue como un pintor frustrado, porque desde chico le encantaba la pintura. Por ejemplo, todas las carátulas de las revistas de fin de año del colegio Champagnat las dibujaba él. Su abuela un día le regaló una caja de óleos —no para niños, sino una verdaderamente muy completa— y lo primero que hizo Jacky para probarlos fue copiar de un calendario esas escenas intimistas de los pintores holandeses. Todavía las tengo acá en la casa; es increíble que sean de una persona que no ha estudiado nada. Además, cada vez que viajábamos, él dibujaba. Cuando comenzó a trabajar menos, cuando decidió que medio tiempo era suficiente —porque había sido un trabajador incansable—, llegaba a la casa feliz debido a que tenía su caballete, y pintaba cuadros. De Puruchuco tiene muchísimos, porque una de las cosas que más ha sentido como arquitectura peruana antigua era Puruchuco. Vivía enamorado de Puruchuco y de todo lo peruano. Esto le venía por su abuelo, uno de los primeros coleccionistas de huacos. Su familia acostumbraba a mudarse cada dos años, entonces los dos mil huacos de su colección había que lavarlos, encerarlos, empaquetarlos, transportarlos, y era Jacky el que le ayudaba con esa tarea. Su abuela y su abuelo siempre lo enamoraron explicándole cómo era cada huaco. Esa influencia tan peruana la tiene desde su niñez.

AC: ¿Hay algún viaje memorable, que recuerde especialmente?

GC: Su último año de Facultad coincidió con la fundación de Brasilia y decidieron ir para allá. Viajaron Javier Cayo —el profesor—, Quique, Jacky y Giorgio Bali, otro amigo que estaba en la misma clase, en uno de esos aviones militares donde había que ir todo el tiempo sentado. El viaje a Brasilia fue una gran experiencia por lo histórico de ese momento. Quién diría que, años después, ganaron el concurso para hacer la embajada y el consulado del Perú allá. Por otro lado, también es importante porque Jacky no tenía medios económicos para viajar; él trabajaba para pagarse los estudios.

FQ: Podemos ver lo vasta que es la obra de Jacques Crousse y tanto que hay por estudiar. Lamentablemente, nuestra investigación se centra en un tema muy específico; es una muestra curatorial corta que se basa en los dibujos de seis proyectos, y en la idea de vida moderna, modernidad y modernización que se refleja en ellos. A partir de ese tema específico, ¿hay algún dato o anécdota adicional que le parezca relevante?

GC: En relación con los dibujos, no. Sin embargo, indudablemente, para mí, Jacques era más arquitecto que pintor, porque tenía un sentido del espacio casi innato; y no es que fuera un buen arquitecto porque estuvo «bien alimentado». No, él tenía mucho en sí mismo. Creo que dio más de lo que había recibido como «alimentación»; era algo que tenía adentro, eso que llaman talento —o cómo lo quieras denominar— y que felizmente pudo desarrollar.

En una lindísima conferencia para estudiantes organizada por Harry Orsos —que enseñaba con Rodrigo Amorós, creo—, en el teatro Montecarlo, con otros arquitectos (no me acuerdo, si estaba Freddy [Frederick Cooper] y Toño [Antonio Graña], pero arquitectos con bastantes obras), Jacky expuso sobre la importancia de su experiencia con los edificios de servicio público, más allá de las viviendas y encargos privados, y para terminar dijo una frase que recordaré siempre: «No sé si lo hice bien o si lo hice mal, pero lo que sí sé es que no podría ser otra cosa que arquitecto».

[2] Jacques Crousse. Retratado en su oficina (c.1990).
[3] Familia Crousse. Jacques, Jean Pierre y Giuliana (c.1986).

Jean Pierre Crousse
Arquitecto e hijo de Jacques Crousse
7 de febrero de 2022

AC: ¿Cómo se inició la relación entre su padre, Jacques Crousse, y Enrique Ciriani?

JC: Ingresaron juntos a la Universidad Nacional de Ingeniería. En ese momento se debía dar un examen adicional de aptitud. Antes se entraba solo a Ingeniería y tú hacías Arquitectura después, porque era una especialización. Ciriani y mi padre fueron los únicos de la promoción que no sabían de este segundo examen, y no fueron admitidos a la Facultad de Arquitectura, aunque sí a la de Ingeniería. Tuvieron que volver a postular al año siguiente. Quedaron primero y segundo en ese examen, y esto se repitió al terminar la Facultad. Ahí se forma la relación; no se conocían previamente.

Luego, en su época estudiantil, por parte de mi abuelo —que era parte de la colonia italiana— surgen varios encargos de casas privadas y comienzan a hacerlos juntos. Ellos tenían ese logo que era una regla T con dos búhos. ¿Por qué esos búhos? Porque trabajaban de noche, ya que de día estaban estudiando. Era trabajo que venía después de los estudios.

Una vez que se gradúan, siguen trabajando juntos. No sé en qué momento Ciriani conoce a Páez, quizá cuando estaban trabajando en Ventanilla. Cuando ellos salen, Javier Cayo y [Fernando] Belaunde llaman a estos jóvenes arquitectos, recién salidos de la Facultad, para que entren al Instituto Nacional de la Vivienda. Uno de los primeros proyectos en los que trabajan es la Ciudad Satélite de Ventanilla. Estamos hablando de 1962. La asociación Ciriani-Crousse-Páez se forma muy poco tiempo después, porque en 1964 Ciriani se va a Francia. Se quedan Crousse y Páez, y dan inicio a Crousse-Páez Arquitectos.

AC: ¿Cómo fue la relación entre el dibujo y el ejercicio proyectual?

JC: La relación del dibujo y el ejercicio proyectual era total; prácticamente no existía la arquitectura sin dibujo, porque no había computadoras. Mi padre y Ciriani eran, ambos, buenos dibujantes, y hacían todo: ellos mismos hacían los dibujos de perspectivas —no se las entregaban a dibujantes— yo diría que hasta fines de los años sesenta, incluido el concurso del Centro Cívico. En el Centro Cívico, donde ya no estaba Ciriani, la perspectiva con la torre, que aparece siempre, la hicieron entre Oswaldo Núñez —también un excelente dibujante— y mi papá. El método era no solamente dibujar planimetrías, sino complementarlas con perspectivas. Recuerdo que él fue el primero que me enseñó el método de la perspectiva. A él le salía natural, ya ni siquiera tenía que aplicar el método tradicional porque tenía interiorizado este sentido de la profundidad, lo cual realmente lo convertía, para él, en un medio no solo de representación sino también de diseño.

FQ: Queríamos mostrarle las perspectivas, ya que después de la conversación con Giuliana nos pareció más probable que usted pueda contarnos más sobre los dibujos.

JC: La influencia gráfica venía de Neutra, básicamente, en esa época. También eran importantes las perspectivas de Paul Rudolph, las casas en Sarasota, Florida, y las Case Study Houses, en California, que se hicieron en los años 1950. Era la estética norteamericana de posguerra.

El dibujo de la casa Rastelli —donde yo nací— debe haber sido elaborado por Ciriani, más que por mi papá. Digo esto no porque distinga la mano: en esa época ellos estaban trabajando para mis abuelos, mi papá estando de enamorado con mi mamá. Durante la elaboración del proyecto, se pelearon, y Ciriani siempre me ha contado que tuvo que dibujar él todo, porque mi padre estaba desconsolado.

Cuando firman los dos, da lo mismo quién dibuje: el binomio está tan compenetrado en el dibujo que da lo mismo quién lo realice. Creo que se trata de una coautoría no solo en cuanto al proyecto sino también en el dibujo. El dibujo mismo tampoco se identifica con una firma de autor. Ninguno firmaba «su» dibujo.

FQ: Nos comentabas estas referencias norteamericanas de posguerra de los años 50-60. También se nos comentó, en la entrevista previa, que en esa época las principales referencias que se podían tener venían de revistas como Architectural Design y L’Architecture d’Aujourd’hui. ¿Se podría plantear que las influencias referidas a la vivienda unifamiliar del Movimiento Moderno venían de sus maestros de la universidad, pero también de las revistas extranjeras que ellos consumían?

JC: De todas maneras. Para esa generación, la arquitectura moderna se daba como un hecho natural, no se ponía en duda. Partiendo de esta base, luego existían afinidades. Creo que en los modos de representación de la arquitectura de esa época hay una afinidad bastante norteamericana, por la influencia que tuvo la revista Architectural Design en el Perú. Esta influencia fue, definitivamente, más gráfica que arquitectónica. Por ejemplo, la representación en perspectivas de la casa Rastelli se parece bastante a una Case Study House de California, pero una vez terminada, no tenía nada de eso; es decir, el dibujo tenía una cierta influencia, pero no el proyecto de la casa, que considero era muy peruano. Esta casa era muy parecida a la casa de Santiago Agurto, que quedaba unas casas más allá, en la misma cuadra. La casa de Agurto tenía ladrillos, quizás otra estética de material, pero en la manera de agenciar los espacios, los recorridos y los patios eran muy parecidas.

Las celosías no las ves en las Case Study Houses, pero sí en casas de Mario Bianco; no sé si de Cron. Gráficamente está muy influenciado por Norteamérica, pero en lo arquitectónico era bastante local, dentro de la modernidad, por supuesto. Existe un hilo conductor entre Agurto, Cron y todos los que siguieron. Para empezar, las casas se construían con ladrillo y concreto, no con metal como las Case Study Houses. En la casa Bertolero, por ejemplo, la estética del dibujo es propia de una casa de metal; se aproxima mucho a las casas de Craig Ellwood, con secciones muy finas. Las Case Study Houses se hicieron todas con metal, porque era lo más barato en esa época, tal como aquí en Perú se hicieron en mampostería confinada. Los californianos aprovecharon su industria de producción de acero, que floreció para construir aviones y barcos de guerra, y que en los años cincuenta no sabían en qué usarla. Toda esa industria se reconvierte para la construcción de casas y edificios, lo que conlleva que el metal fuera baratísimo y que las casas adquiriesen esa estética fina. Por lo tanto, gráficamente sí existe una correspondencia, pero cuando estas casas se construyen, la ligereza del dibujo desaparece porque están hechas de concreto y ladrillo. En este sentido, es importante distinguir la arquitectura construida de la expresión gráfica en las perspectivas. La expresión gráfica sí está muy influenciada por estas revistas, pero no tanto la arquitectura.

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FQ [mostrando las imágenes editadas]: Justamente, lo que nos interesa es partir del dibujo como muestra de lo que el arquitecto piensa. Por ello, en la investigación más específica, mediante esta técnica gráfica de opacidades, hemos buscado resaltar tres puntos: la edificación, que posee características de vivienda unifamiliar del Movimiento Moderno en las líneas horizontales, los materiales, etcétera; la vida moderna, con la inserción de elementos como el automóvil, la idea de familia, la vestimenta que temporaliza el dibujo; y, finalmente, lo que quizá nos parece lo más destacable a raíz de lo conversado, elementos peruanos como el cántaro, el muro de piedra, el muro perforado o las celosías que, desde luego, no influyen radicalmente en el dibujo de la arquitectura en sí misma, pero sí denotan una presencia.

JC: En la perspectiva de la casa Rastelli la celosía es bastante simple y convencional. Sin embargo, en la realidad era un elemento cuidadosamente diseñado, con cuadrados imbricados entre ellos, casi como si se tratase de la trama de una gasa Chancay. Y sí, de hecho, están esos elementos peruanos que yo, siendo joven, los asociaba con la arquitectura de Agurto, porque fue el que más introdujo estas nociones murarias en la arquitectura moderna. No era el único, pero fue uno de sus profesores. Había ciertamente una preocupación por hacer local un movimiento que era internacional. Luego, lo de la familia y los carros, todo eso, es lo típico norteamericano de la época; por ejemplo, en las Case Study Houses se ve exactamente lo mismo, pero en fotografía: vez al papá, la mamá y el hijo sentados en el auto, como símbolo de progreso. Eso también existía en Estados Unidos, era algo común y global: «salimos de la guerra y el futuro será mejor; estos son los símbolos de la nueva bonanza».

Lo que sí es local son los muros, las celosías, los nichos, etcétera. Recuerdo que en la casa Agurto había nichos que me gustaban mucho, porque los relacionaba con los de Puruchuco. A mi padre le encantaba Puruchuco, y yo a los cinco años ya había estado ahí.

Existe toda esa influencia peruana, que era real, pero no necesariamente reivindicativa de lo peruano; se hacía, no más. Eran elementos que ellos consideraban peruanos y los sumaban sin una ideología precisa. No era una reivindicación, en el sentido de «vamos hacer arquitectura peruana, esta es la modernidad peruana». No había una teorización ni una reivindicación formal. Fue un periodo de hibridación muy fructífero, porque la gráfica es completamente norteamericana, pero la construcción está muy impregnada por una espacialidad y elementos locales. Pienso que si la búsqueda de lo peruano hubiera sido algo ideológico, hubiesen tratado de encontrar, como lo hacía Camino Brent con los indigenistas, una gráfica más acorde.

AC: A raíz de los elementos peruanos presentes en los dibujos, y particularmente en la casa Rastelli, donde usted vivió, ¿cuántos de esos elementos se traspasaron a la construcción? ¿O solo quedaron en la representación?

JC: Lo único que no se hizo fue el muro de piedra, que terminó siendo de ladrillo expuesto. El piso sí era de laja; la celosía, como dije, era muy peruana; y elementos como el cántaro también se pusieron en el muro de entrada de mi casa, donde había unos nichos como los que se ven en otra perspectiva. La anécdota es que mi papá se fue a Chancay, donde hay una buena producción alfarera, a comprar estos jarrones para ponerlos en los nichos… y resulta que, llegando a Chancay, en el mercado le ofrecían huacos más baratos que los porongos hechos por los alfareros. Se valoraban como cosas viejas, no antiguas. Mi padre compró ocho, que puso en los nichos, simplemente apoyados. Lo curioso es que esos huacos estuvieron por lo menos treinta años ahí puestos y nadie nunca se los robó, siendo ceramios Chancay. Entonces, sí había esa voluntad consciente de integrar estos objetos; consciente, pero no ideológica.

Créditos

[1]
Nombre: S.T. [Jacques Crousse – retrato en obra]
Año: Desconocido
Autor: Desconocido
Fuente: Fondo Documental CROUSSE, Archivo de Arquitectura PUCP

[2]
Nombre: S.T. [Jacques Crousse – retrato]
Año: c.1990
Autor: Desconocido
Fuente: Fondo Documental CROUSSE, Archivo de Arquitectura PUCP

[3]
Nombre: Entrega al directorio del Club Regatas de la tesis de Jean Pierre Crousse [Jacques Crousse, Jean Pierre Crousse, Giuliana Crousse]
Año: c.1986
Autor: Desconocido
Fuente: Fondo Documental CROUSSE, Archivo de Arquitectura PUCP

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